El lujo de poder contar con Revilla como «colaborador mensual» del programa. El lujo de que te pregunten: «¿Cómo ves la entrevista? El presidente es un gran aficionado a la pesca». El lujo de garabatear un muelle en un papel y pasarlo a mi equipo. El lujazo de descubrir más tarde que los compañeros de atrezzo, lo han hecho mucho mejor de lo que yo hubiera imaginado. El lujo de hablar sin prisas con Revilla. «33 minutos», pude leer en un monitor. ¡Llevábamos 33 minutos de entrevista! Bueno, ¿y qué? Seguimos, nos reímos y pude notar ese pinchazo especial que te está diciendo «esto es la televisión que me gusta hacer». Libre, creativa, que estruja y saca hasta la última gota de las posibilidades que da el medio. Y mañana, a superarnos.
Por eso me maquillo cada tarde y me emociono. A pesar de los presagios agoreros y apocalípticos para el 2009. A pesar de la tele que ves y que se supone que funciona. A pesar del apagón del 2010. Yo sigo en esto para poder subirme a un muelle de madera y ponerme una guitarra al lado, por si me animaba. Sigo en esto porque me rodea el equipo más completo y experto que jamás he tenido. El pesimismo no entra por la puerta de nuestro plató. Nosotros «hacemos cosas». Nada malo puede pasarnos.