Perder

Jueves, 3 de mayo de 2012

Es muy fácil decir: «Hay que saber perder». Lo difícil es llevarlo bien, asumirlo, integrarlo y obrar en consecuencia. El amargo aroma de la derrota nos sobrevuela, parece que todo lo impregna con un perfume barato y rancio. El fútbol (el gran analgésico) nos ha fallado, y el Barça y el Madrid se quedaron a las puertas de la final. Hombres tristes, hinchas deshinchados, balones en las nubes, sueños en los infiernos…

Perder… Perdemos en Europa, a la que comparan economías. Nos han puesto de cara a la pared con grandes orejas de burro. Perdemos prestaciones sanitarias, capacidad de gestión en las autonomías, empresas en el extranjero… Pero, cuidado, hasta los listos pueden perder su poltrona. Sarkozy, el que dice tener un GPS junto a los alemanes para salir de esta, quizás se quede en la cuneta.

¿Se acuerdan de cuando ganábamos? Ya no digo dinero, hablo de un estado de ánimo. Quizás lo soñamos, pero me niego a pensar que todo va a ser oscuro, negro, nublado, lluvioso… La esperanza es lo último que se pierde. Hay que blindarla como sea.

«El Berenjenal» en Interviú.

Esta noche quiero que gane el Barça

Sábado, 21 de abril de 2012

Porque me gusta como juega al fútbol. Me gusta más que el Real Madrid. No tengo nada contra el equipo merengue, lo único que no me gusta de ellos es su entrenador. Quiero que gane el Barça para que le dé más emoción a la liga, a esa competición que parece que solo jueguen ellos dos. Quiero que marque Messi y no pasa nada si marca Ronaldo… Que vuelva a marcar Messi después. Quiero que no haya juego sucio, que Pepe «vea la luz», que Xavi e Iniesta se pongan el frac, que Mourinho dé la rueda de prensa y que, en sus palabras, se interprete que perder puede ser tan digno como ganar.

Porque esto es un juego y debe haber gloria para todos. La gloria, el éxito, el recuerdo es ara los que saben estar. Y, esta noche estaré delante de una televisión viendo el partido. Mañana estaré dentro de una televisión haciendo tonterías. Pero eso es otra historia.

Una playa...

Ya me quedo yo de guardia

Viernes, 6 de abril de 2012

Es imposible irse de vacaciones si tienes un programa que hacer a la vista. Muy a la vista. ¿Cuándo? Muy pronto. Como el 15 de Abril, por ejemplo. Vamos que no me iría tranquilo y, pensándolo bien, ya me he ido bastante. No quiero viajar más (durante un tiempo) porque prefiero acudir a nuestro queridísimo plató en el polígono industrial en Barcelona. Ha empezado la cuenta atrás. Hace unos días visité a los compañeros de «Número 1».
¡Qué envidia sana! Están a pocos metros de nosotros con lo que la calle desértica que nos acoge, acabará siendo la calle del espectáculo. Yo me quedo. A ver si sale el sol que lo dudo, o a ver si Mourinho sigue diciendo más tonterías. ¿Por qué contamina con sus chorradas la recta final de la Champions? Sigue en sus trece, denunciando (con esa poca habilidad que tiene), una ayuda arbitral al Barça, un plan conspiratorio organizado… ¡Venga hombre! Suena a preparación por si el Real Madrid pierde y esa no es la actitud. El Madrid tiene un equipazo y si llega a la final con el Barça, eso será para verlo.

Yo me quedo aquí, mirando de reojo las noticias económicas que cada día empeoran. ¿Parece imposible, no? ¡Pues se puede! Y, si no, para eso está Sarkozy que alerta a los franceses que si no le votan, les pasará como a Grecia y a España. ¡Hala, al mismo saco! Las precampañas tienen eso: dices lo que sea para no perder la poltrona. Y los mercados, esos entes oscuros que viven en un satélite dando vueltas a la tierra, venga a afilar su guadaña… Yo me quedo de guardia vigilando. Con una escopeta de mentira y un corcho en la punta. Apostado en mi terraza, escuchando la radio, dibujando a ratos, acabando un cuadro que tengo a medias con un amigo, alucinando con la vida, sacando fotos de gotas de lluvia, leyendo lo último de Ruíz Zafón que tendré el honor de presentar, …

Iros, iros que ya veréis cuando volváis…

De guardia

Mourinho y Messi (La noche y el día)

Viernes, 30 de marzo de 2012

Los dos empiezan con eme, pero solo se parecen en eso. Imaginemos que un balón de fútbol tiene dos caras. Como una luna. La cara en la que da la luz, la que vemos, la que nos hace soñar y hasta jugar a ser poetas, sería la de Messi. La otra cara, la oculta, la desconocida, la inquietante sería la de Mourinho. Son polo opuestos. El argentino solo quiere jugar y el portugués solo quiere ganar. Y, además, no sabe perder.

El primero es fantasía, magia, color improvisación positiva, contención, control del ego. El segundo es todo lo contrario. Mourinho siempre está enfadado, nunca tiene la culpa de nada, resume en un «¿por qué?» su desubicación permanente y su paranoia. (Recuerdo una frase de película: «Cuando no sabes dónde está el problema, es que el problema eres tú»). Mourinho fue fichado como antídoto para la mejor época del Barça y ahora es un virus extraño y nocivo en un cuerpo histórico como el de Real Madrid. Mourinho y Messi. Dos emes. Menos y más. Y, en este caso, menos no es más.

«El berenjenal» en Interviú.

La decisión de Pep

Jueves, 22 de marzo de 2012

Pep Guardiola, entrenador del Fútbol Club Barcelona, debe ser la única persona de España en estos momentos que se está pensando si sigue en su puesto de trabajo o lo deja voluntariamente. El fútbol siempre es un mundo aparte. Cuando medio país se ha quedado sin uñas esperando la recuperación económica, los elegidos del balón (no todos, claro) pueden permitirse el lujo de marcharse a su casa renunciando a una ficha que sonrojaría hasta a un banquero. Lo de Guardiola es un sinvivir en Cataluña. Resulta que el entrenador del mejor equipo del mundo de la historia no lo ve claro.

Respetando los motivos personales y la libertad de cada uno, hay algunas cosas que no me cuadran y que nos dejan cada año en la misma encrucijada. Es evidente que Guardiola no tienen sintonía en la junta. De no ser así, este hombre tendría un cargo vitalicio, un lugar de privilegio en el club, el nuevo Ferguson, ya me entienden%u2026 ¿Por qué no sucede esto? Nunca los sabremos porque la conocida discreción catalana ya se ocupa de no airear las desavenencias. El aficionado (y hasta los jugadores) solo quiere que el sueño no termine. Desea que el éxito se convierta en estilo, en un sistema de trabajo y de futuro que garantice buen fútbol, fantasía, emoción y espectáculo. Pero Guardiola%u2026 Como no da entrevistas, no sabemos qué le preocupa realmente. No podemos ayudarle, solo sentarnos y esperar. ¿Puede llagar a cansar la gloria? En Cataluña ya se utiliza el verbo guardiolear. Dejo que cada lector busque una definición.

«El berenjenal» en Interviú.

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