(Des)Esperar

Martes, 29 de marzo de 2016

A la vuelta de la Semana Santa, regresé otra vez a la rutina de los aviones, esos autobuses con alas. Barcelona-Madrid-Barcelona-Madrid y así hasta el infinito y más allá. Lo que sucedió es que el vuelo esa tarde no despegaba. «Causas ajenas a nuestra voluntad», dijeron, que es uno de los argumentos más genéricos y socorridos que hay. Sirve para casi todo. Bueno, pues a esperar. Mucho. Demasiado diría yo. Más de una hora para que nos diera pista como si nos la fuéramos a quedar para siempre. Solo la necesitábamos un momento para coger carrerilla y salir pitando. Pues no. A esperar.

Tengo la costumbre de hacer garabatos en las revistas pero claro, esta vez me dio tiempo para todo y más. Una pena que no llevara óleos en mi mochila. Hubiera plantado el caballete en ese avión de Iberia. Un avión que no volaba. Una negación. Desesperante. Aquí dejo la prueba.

(Des)Esperar

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