Quimi Portet es una de les mejores personas que conozco. Un lujo que me ha regalado mi trabajo, ya que contacté con él gracias a un encargo que le hice (banda sonora de «Plats bruts»), hace algunos años. Inmediatamente me convertí en fan. Ya le veneraba en su época de «El último de la Fila», pero mi admiración se multiplicó cuando comprobé su talento (uno de los mejores compositores y guitarristas de España) y su sentido del humor, cargado de sorna, sabiduría y un enfoque desdramatizador y autoparódico sin precendentes.
Portet es un surrealista, un humanista, un observador, un gran escritor y un buen amigo. Se bajó del tren de la gloria, para seguir en la carretera de la felicidad, la independencia y la libertad personal. Hace lo que le da la gana y encima es uno de los pioneros de los weblog. Por eso, me parece cojonudo que haya editado lo mejor de su mundo electrónico en «Diari d’un astre intercomarcal». Me invitó a presentarlo y no lo dudé ni un instante. Va a ser mi recomendación de Sant Jordi.
También le he invitado al programa para que cante una canción de su último disco «Matem els dimarts i el divendres». «Vendré con mi conjunto y cantaremos muy bien», me avanzó. Cuando estás con Portet, tienes la impresión de que nada malo puede sucederte. Te sientes protegido por su ironía que, como es sabido, es la mejor coraza contra la vida.