Fotogenia

Miércoles, 23 de abril de 2014

No está escrito en ningún lado que un presidente de Gobierno tenga que ser fotogénico. Pero, hombre, tampoco estaría mal, ¿no? Aunque solo fuera un poquito. A Mariano, la legislatura le va cambiando el semblante ya de por sí atribulado. Estoy intentando sacar una buena caricatura para un proyecto y, créanme, no es fácil superar el original. En la foto, curiosamente, un Gila muy joven parece mofarse desde una esquina. Eso es exactamente lo que hacemos los cómicos.

«Fotodiario» en El Periódico

Fotogenia

¿Y si nos levantan la camisa? (Otra vez)

Viernes, 1 de noviembre de 2013

Estamos sufriendo demasiado, le hemos visto las costuras podridas al capitalismo con tal precisión que no nos creemos lo de que estamos saliendo de la crisis. Cuando Mariano, y sobre todo Botín, han empezado su campaña de promoción para que vaya calando lo de que «lo peor ha pasado», una sombra de sospecha lo envuelve todo como una bruma maliciosa y nuestra desconfianza sube a la misma velocidad que el Ibex. Algo huele a chamusquina. Y es que a Botín, concretamente, se la ha ido la mano o la boca con lo de «está llegando dinero a España de todas partes».¡Hombre! Si hasta salieron muchos a la calle para hacer guardia, como el que espera avistar un ovni, para ver si cazaban algún maletín. Hasta Iker Jiménez se planteó hacer un programa especial sobre el paranormal suceso. Siempre pienso que la comunicación -el arte de explicar con argumentos e inteligencia lo que haces- nunca ha sido un punto fuerte de las empresas y los gobiernos de este país. Hablo de empresas potentes con altísimas cifras de facturación, que no invierten lo más mínimo en buena comunicación. Prefieren una publicidad previsible o el márquetin estándar. La comunicación sería otra cosa. Hay buenos profesionales, pero nadie los escucha y, al final, se toma al ciudadano por tonto que va a tragar con lo que sea. ¡Como si el mundo no hubiera cambiado vertiginosamente! Se han multiplicado las fuentes de información y de contraste, las redes son autopistas de datos, de testimonios, de argumentos%u2026 Obviar eso es no vivir en el año 2013. (Aquí hablaría de los bancos, pero el espacio del artículo es limitado y, echando cuentas, me salgo de la página).

El propio Zapatero reconoció hace poco que fue un error negar la crisis. Demasiado tarde. Lo suyo es verlo en el momento y reaccionar en consecuencia. Nefasta estrategia de comunicación la suya que, finalmente, se llevó por delante a todos los socialistas menos a Rubalcaba. Bueno, eso cree él. Ahora estamos igual. Atascados. Cuando la sensibilidad popular está al máximo, el paro disparado, el crédito congelado y los recortes desmelenados, hay que ir con pies de plomo, hay que decir la verdad y apechugar. Cualquier otro camino es fruto del escarnio, las chanzas y -lo que es peor- aumenta el cabreo y abre más la brecha entre los que mandan y los que intentar vivir y tirar hacia adelante. La gente tiene la sensación de que nos están levantando la camisa. Otra vez. Puedo entender que como gestor político, hasta el cuello de barro, necesitas dar alguna buena noticia, pero eso no quita que debes ser honesto, realista y transparente. ¿Es mucho pedir?

Me acuerdo ahora de unas declaraciones del genial pintor Antonio López que leí este verano: «La sociedad capitalista ha creado unas formas diabólicas de supervivencia. Mientras los que manejan los hilos no sean víctimas de esas marranadas, no habrá solución. Se va a maquillar todo y no se hará nada». Según esta tesis, se abren dos escenarios para explicar el optimismo que están filtrando. Una: los que manejan están peor de lo que dicen y por fin actúan, o dos: están maquillando a saco, mientras luchan por mantener su chiringuito. Dime pesimista, pero me decanto por la segunda. Voy a taparme las ojeras.

«El Berenjenal» en Interviú.

Peor imposible

Sábado, 3 de agosto de 2013

Técnicamente dicen: «El 'caso Bárcenas' marca la agenda política del país». Una manera suave de decir que «el 'caso Bárcenas' nos tiene hasta los huevos a la mayoría de los españoles». Queda más fino el primer concepto, pero es más real el segundo. Cuando peor estamos, cuando más necesitamos un liderazgo de altura, con perspectiva, autoridad y personalidad en Europa y en el mundo, va y se destapa la caja (B) de los truenos y de los sobres. ¿Esta es la marca España? Peor imposible. Los ventiladores son para el verano. Y ahora esos ventiladores, enchufados desde los juzgados, están levantando las alfombras de Génova, provocando vergüenza ajena y un ambiente irrespirable, fétido, tóxico… No me extraña que la gente empiece a organizarse para mostrar su ira contra esta mafia de tres al cuarto. ¡Si hasta Bárcenas se parece a uno de los Soprano! ¡Vaya veranito nos espera!

El otro día hablamos del tema en nuestra función de teatro con Berto. ¿Saben una cosa? La gente, la buena gente, está cansada de todo esto. La gente buena no se merece este desfile choricero. Me pareció notar que el público no reaccionaba especialmente ante los despropósitos de última hora que íbamos recitando. Me dio que pensar. La gente había venido a reír y, de repente, les pusimos ante el espejo deformado y podrido de la situación política. Así que no se reconocieron, preferían reír, evadirse, que volver a encenderse por enésima vez. Era una mezcla de impotencia y hartazgo que (ojalá) tendrá su reflejo en las próximas elecciones. Sí, ya sé que tampoco hay una alternativa sólida, una salida%u2026 de momento. Todavía hay gente (¿especialistas?) que no está de acuerdo en la evidencia de que se está descomponiendo el actual sistema de partidos. Son los que sostienen que esa descomposición hará ingobernable el país. ¿Pero es que acaso lo es en estos momentos?

«El Berenjenal» en Interviú.

Los malos de la película

Sábado, 1 de junio de 2013

Me las prometía yo tan felices (o infelices, según se mire). Tenía preparado mi artículo de hoy dedicado a José Mourinho y al impagable reguero de bilis y mal rollo que deja como herencia tras su paso por el fútbol español. Hablaba de esa sensación de alivio que te queda cuando alguien tóxico desaparece de tu cotidianidad. Mou iba de malo, pero hasta para ser un buen malo hay que valer. Bueno, pues estaba encarando el teclado cuando aparece Aznar en Antena 3 (¡qué cara, qué miedo!) y planta su chiringuito de autobombo, críticas al Gobierno actual y demás armas de seducción masiva. ¡Lo que faltaba! Otro que va de malo, de estadista austero y responsable y que, por supuesto, padece amnesia parcial e interesada.

Porque cuando Aznar habla de su etapa al frente del Gobierno y del crecimiento de la economía en aquella época, lo hace sin rubor. Lo pone como garantía, como crédito para su hipotético retorno sin importarle las hemerotecas. ¿O es que no nos acordamos de cómo se fraguó la burbuja inmobiliaria? Su Gobierno fue el que abrió el grifo neocapitalista a saco, con sus leyes, sus privatizaciones, trapicheos, amigos de pupitre y demás mandangas. Él estaba en el trío de las Azores, de infausto recuerdo. Fue entonces, durante aquel festín desbocado e impúdico, cuando los políticos se vinieron arriba con sus ambiciones y choriceos.

Mucho de aquel desaguisado lo estamos pagando ahora, con Zapatero de por medio (cronológicamente), que no supo frenar aquella orgía decadente. A Mariano le ha tocado lo peor: gestionar esa ruinosa herencia en mitad de un cataclismo económico global. Ahora Aznar nos propone volver a la casilla de salida. Sí, claro… Y una cosa más: no me creo a Aznar cuando discrepa de su propio partido y va de renovador y valedor de los orígenes y la pureza. ¡Qué va! Eso lo tienen hablado entre ellos, a raíz del enorme deterioro del PP. Va a ser un ¿dónde está la bolita? para mantener a flote y al alza a los populares. Hay demasiado en juego como para dejar a Mariano hundiéndose lentamente como el capitán del Titanic.

«El Berenjenal» en Interviú.

Lapsus

Domingo, 19 de mayo de 2013

8 de Mayo de 2013. El presidente del Gobierno sube al estrado en el Congreso de los Diputados. Coloca sus papeles, retoca los micrófonos (en realidad los vuelve a dejar como estaban), se mira la hora (ignoro si la ve, a tenor de la mirada) y empieza su intervención: «Señor presidente del Gobierno, señoras y señores diputados…». Risas en el hemiciclo y esa mirada de Mariano. La Mirada. La cara de «ha pasado algo y no me he enterado, ¿qué será?». Son dos o tres segundos de inopia que bien podrían definir el estilo de gestión del Gobierno. Luego brotan las risas, alguna voz destacada que le hace saber el error y, finalmente, la famosa retranca de Rajoy: «No me he referido a ninguno de ustedes, no sé por qué aplauden». Los de su partido ovacionan la ocurrencia; en los socialistas, silencio.

Todo queda como un chascarrillo, pero hay más, mucho más. Me tiene fascinado la anécdota. Estamos ante un lapsus en toda regla. Si hacemos caso a los psicoanalistas (ahí, cada uno que haga lo que vea), el lapsus es la manifestación del inconsciente y tiene mucho más significado del que creemos. El lapsus es un atajo, una erupción incontrolable del inconsciente. Si así fuera, Mariano Rajoy viviría (y gobernaría) convencido de que otro toma las decisiones en su cabeza. Quizás un pariente de la famosa niña, vete tú a saber cuánta gente imaginaria vive en su cabeza. Según el lapsus y su significado, no podemos reprocharle nada de su gestión, ya que cuando habla de brotes verdes o se escaquea de los periodistas o no escucha los clamores sociales, en realidad no es él, es el otro presidente, al que, por cierto, no hemos votado. Así las cosas, Mariano habría vuelto a la casilla de salida de su biografía y volvería a ser un funcionario, un registrador de la propiedad, un escribiente, un pasante de los designios de esa inteligencia superior que está por encima de él y de todos nosotros. ¿A que se quedan mucho más tranquilos?

«El Berenjenal» en Interviú.

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