Cuando vino Dylan

Martes, 18 de octubre de 2016

Queríamos que viniera Bob Dylan al programa para hablar de lo del Nobel. Le llamamos pero no nos cogía el teléfono. Claro. No se lo coge a la Academia, nos lo va a coger a nosotros. El caso es que me acordé de Pablo Carbonell y le llamé.

Estaba en Valencia con sus actuaciones. Me dijo que no me preocupara, que el tenía la manera de conseguir que Dylan viniera. ¿¿¿Cómo??? Nunca subestimo a Pablo pero esta vez me pareció demasiado. Confié en él (como siempre) y no me decepcionó. ¡¡¡Es lunes por la noche, ahí esta Bob Dylan!!! Quizás con un aspecto más parecido a Marlon Brando pero ya se sabe que los famosos cambian mucho en persona. Se calzó su sombrero de picador, su guitarra y habló cantando. Que no quiere el Nobel, dice. Luego se fue por donde había venido. Y todos tan contentos.
Gracias Pablo.

Pablo Dylan

Los niños nos hacen mejores personas

Jueves, 12 de febrero de 2015

Hasta que tienes un hijo no te das cuenta. Aparte de no dejarte dormir y poner a prueba tus lumbares, los niños endulzan tu carácter, lo liman, consiguen hacer un peeling de tu personalidad (que cuanto mayor eres, más imperfecciones acumula) y, en definitiva, te convierten en una persona mejor. Vuelves a jugar, a reír, a emocionarte por cualquier cosa. Parece mágico, pero debe de ser algo perfectamente calculado por la naturaleza. La cría pasa a ser prioritaria, y todo lo que esté a su favor hará posible que salga adelante y lo haga en las mejores condiciones. Cuando vino Pablo Carbonell al programa hace unos días, nos reencontramos con el loco entrañable vestido con mono de trabajo. «Me encanta ir en mono porque tengo la sensación de que voy desnudo por dentro». Cantó y deliró, pero cuando habló de su hija Mafalda, ahí mejoró todo. Le cambió la cara. Bajó un poco el tono, calculó todas sus palabras y estas se convirtieron en elogios sinceros y de admiración. Mafalda ha participado con su padre en un programa musical, y el líder de Los Toreros Muertos (que, por cierto, están de vuelta otra vez) reconoció «la fuerza con que supera sus problemas físicos, las ganas que le pone». Ahora él es su fan, y Mafalda, con unos ojos azules que tiran de espaldas, el centro de su universo.
Bob Pop nos dijo hace poco a Berto y a mí que le encanta oírnos hablar de nuestros hijos. Creo que no somos padres babosos (si así fuera, tampoco sería ningún problema) solo es que queremos compartir lo que vivimos porque lo que vivimos es bonito. Y cuando lo contamos, tenemos mejor aspecto. No hay terapia que consiga eso, ni año sabático, ni la práctica de deporte extremo (muy de moda ahora). Tenga usted un hijo, querido, deseado. Déjese llevar por el cariño y el sentido común. Ellos harán el resto.

Que dice «el Follonero» que este año no será fácil
El domingo 8 regresó Jordi Évole con su «Salvados» a laSexta. Esperanza Aguirre fue la protagonista, y volvió a quedar claro de qué pie calza, constatamos su poca gracia (por no decir nula), su rabia mezclada con ambición, esa falta de empatía que no puede disimular. «Salvados» es un programa-radiografía. Una endoscopia de la realidad y de sus protagonistas. Su estilo directo, relajado pero intenso, documentado pero natural, su narrativa, son ideales para calar a los personajes que acuden a él. Lo que eres, sale. Para lo bueno y para lo malo. Por eso muchos no quieren ir: porque no se gustan o porque tienen algo que esconder. Hablamos con Jordi de su temporada, de este año repleto de citas electorales, de posibles vuelcos políticos, del hundimiento de la izquierda, los nervios de la derecha… Él sostiene que no será tan fácil contar todo lo que va a ir pasando. Hay mucho en juego. Ya estamos viviendo un fuego cruzado de intereses, miedos, conservación de poltronas y una calle que se está viniendo arriba. En ese tablero cambiante y ardiente se va mover Évole y va a volver a sorprender, ya verán. Porque seguirá la agenda política, pero, cuando quiera, saldrá de esa autopista para buscar otros territorios del reportaje, otros protagonistas. Y lo hará bien, como siempre. Hace unos años, cuando empezamos, resultaba muy difícil vender un programa de periodismo en prime time. Era una excentricidad. Recuerdo que nos miraban como a los tontos de la película, los raritos… Ahora, en cambio, todo el mundo los programa, todos los quieren en sus parrillas. Algunos con más suerte que otros, claro. Algunos con rigor, otros solo con ruido y provocación. En la mayoría de ellos sale Marhuenda. A mí, personalmente, ya me empiezan a aburrir porque veo más show que información. Más tertulianos que especialistas. Más portavoces que protagonistas reales. Pero bueno, es una opinión personal, repito. Prefiero a Jordi y a su «Salvados», confío en su selección de los temas, en su manera de editar y escoger (dando voz) a los que normalmente no aparecen. Seguramente será un año difícil, pero el hecho de que sea decisivo y determinante lo hace apasionante. Y como, además, no hay otro remedio que vivirlo, lo mejor será hacerlo en la mejor compañía.

«Memorias en diferido» en Interviú

Los ‘pop-prehistóricos’

Lunes, 12 de enero de 2015

Pocas veces se dan las circunstancias adecuadas para que todo salga bien. Y se veía venir. Nos juntamos con Mikel Urmeneta y Pablo Carbonell para pintar un mural de más de diez metros. Un encargo del genial Juan Luís Arsuaga que dirige el Museo de la Evolución Humana de Burgos. (Si no lo conocen, ya están tardando).

Todo fue un gran juego de improvisación, interacción y diversión. Lo último es lo más importante. Tardamos siete horas para «atacar» el lienzo en negro de diez metros y hasta vino público para presenciar la ceremonia de colores y locura. La obra quedará expuesta en el museo. Nuestro personal homenaje a los primeros pobladores que también pintaban en las cuevas lo que más les impresionaba. Yo ya tengo la maleta preparada por si hay que repetirlo. Pero tienen que darse las circunstancias…


Fotos: Patricia González y Andreu Buenafuente

La esperanza de saber, algún día, quién es realmente Esperanza

Jueves, 27 de septiembre de 2012

Dice Esperanza Aguirre que se marcha, que deja la primera y la segunda línea políticas. Argumenta temas de salud y temas personales. Nada que objetar, tan solo un deseo de mejora, faltaría más. Pero… algo no cuadra. El último gesto, driblando a todo, incluso a su partido, me confirma lo que siempre he sentido al verla y escucharla: no sé exactamente quién es. ¿Cuántas Esperanzas hay? Recuerden que la descubrimos metiendo la gamba con Pablo Carbonell en aquel añorado «Caiga quien caiga». Semana sí, semana también.

Parecía que le faltaba un hervor, pero luego ha sido ella la que ha hervido a los madrileños con una carrera siempre ascendente y una gestión disfrazada de populismo aunque preñada del más beligerante neoliberalismo. La derecha de la derecha. Privatizar, afear a los periodistas que no hacen lo que ella quiere, abroncar manifestantes, seducir a sospechosos inversores de casinos y un larguísimo etcétera de rasgos inequívocamente absolutistas, nos han alegrado un montón de días a los humoristas de este país. Pero…

Una mañana proclamaba off the record su odio a los arquitectos y por la tarde, aparentemente arrepentida, reconocía que «había dicho un montón de tonterías». ¿Nos la creíamos? ¿Lo hacemos ahora? ¿De verdad que se va a quedar callada con la que está cayendo? Su distancia abismal respecto a la cúpula de su partido no parece que vaya a sumirla en el silencio. A mí lo que me parece es que va a coger carrerilla. Aunque, como he dicho, no lo sé. Y, pensándolo bien, lo peor que le puede pasar a un político es que no te lo creas ni cuando dice que hoy hace sol.

«El Berenjenal» en Interviú.

El genio de Pablo Carbonell

Lunes, 27 de agosto de 2012

La cosa es así de sencilla: cada vez que Pablo Carbonell edita un disco con sus canciones, no paro hasta conseguirlo y lo escucho del tirón. Me pasa con muy pocos artistas.

Nuestro hombre ha aterrizado hace poco en Twitter (@Carbonellsg) y fue, siguiéndolo, como me enteré de que acababa de editar «Canciones de cerca». Se lo dije y él que es tan amable me lo mandó. ¡Que ilusión me hizo, oye! Me lo puse en el coche (el sitio donde mejor escucho la música) y empecé a disfrutar. Subí el volumen, subí el aire acondicionado y subió mi ánimo.

Carbonell me hace reír, me gusta como compone y no deja de sorprenderme ese estilo poético/ surrealista/ lisérgico/ chirigotero/ rock/ cantautor que practica. Nadie se parece a él y ahí es donde empieza a explicarse su genialidad. Carbonell es un oasis, un gin tonic en un chiringuito, un arroz (un atún), una siesta en mitad de una reunión, una mujer bonita… Cuando todo el mundo se queja, Pablo se divierte y dispara flores desde la trinchera de su inteligencia. Ojalá hubiera más como él.

Cabeza de Carbonell