No me considero periodista, aunque a veces pueda parecer remotamente que lo soy. Creo que lo mío es hablar primero yo solo y luego con la gente. Me comporto como un anfitrión que invita a una serie de personas con algo que contar a su casa y todo eso se retransmite por televisión. A poder ser, bastante tarde por la noche. Mi trabajo es conseguir que hablen, me gusta crear un clima propicio y distendido. «Tú lo que eres, es un climatizador», me dijo una vez mi amigo y compañero de fatigas Xavi. Bueno. Me gusta bastante. Un climatizador crea confort, ¿no? Pues está bien, oye. Supongo que en verano, con el calor que hace en el plató, seré un aire acondicionado.
Que no sea periodista no quita que no me interese el gremio. Como consumidor (sufrido) y como vecino y amigo de periodistas. Me parece un gremio muy necesario y muy complicado a la vez. Siempre zarandeado por sus propios egos, por las tensiones que soportan y provocan, por la incomodidad que generan en los «afectados», o sea la gente que «es noticia», por las presiones y prebendas que marcan sus empresas editoras… ¡No veas! Si lo piensas bien, parece un milagro que todavía se editen periódicos. Por no hablar del combate a muerte papel vs. digital. Tienes que saber todo eso cuando te acercas a un medio de comunicación con el objetivo de informarte. Tienes que separar la opinión y la intención de los hechos en sí, tienes que cotejarlo con otros medios, tienes que recordar qué partido gobierna… Un currazo, vamos.
Los periodistas han visto muchas películas de periodistas. Por eso hacen cosas que a menudo parecen escritas por un guionista. Ahí está la imagen de Pedro Jota encaramándose a unos paquetes de folios para darse un homenaje el día que se va. Pedro Jota supo tocar la tecla de la épica y una cierta autoparodia y allí aguantó, y lo seguro es que hasta emocionó a más de un compañero. Estamos hablando del hombre que, con su contumaz perseverancia, ha tirado sal en los motores de todos los gobiernos y se ha agarrado a la tesis de que fue ETA la que voló aquellos malditos trenes. Eso, entre otras muchas cosas. No importa. Él ha sabido navegar y sobrevivir (escándalo privado aparte) y se ha plantado en el momento actual como un mártir del rajoísmo. Que te echen (teóricamente) siempre añade valor a tu currículum. Que te eche (teóricamente) Rajoy no deja de ser un milagro, conociendo la proverbial pasividad de Mariano. Se habla de una indemnización escandalosa pero, claro, a ver quién es el medio que lo saca. Los grandes gurús del periodismo siempre están a la greña, con el hacha de guerra en la boca. Yo creo que esos gurús (y sus acólitos) están más preocupados en contar cómo les gustaría que fueran las cosas. No es tan importante cómo son de verdad, porque usted y yo somos unos indocumentados a los que nos tienen que aleccionar poniéndolo todo en contextos a menudo enfermizos.
A mí, si me hacen escoger, me gusta mucho más Jordi Évole. Mi compañero de productora lo está bordando con su Salvados. Le conozco y sé que siempre busca la equidistancia, el contraste, el testimonio, la voz de la noticia. Un hombre con un equipo, cargado con la responsabilidad del éxito, que no hace otra cosa que espolearle cada semana. Un perfeccionista, eso es lo que es Jordi. ¿Tiene fallos? Pues claro, como todo el mundo. Estoy convencido de que si un día se sube encima de un paquete de folios (que lo dudo), dirá toda la verdad, no omitirá nada y se subirá con todo el equipo.
«El Berenjenal» en Interviú.