Estuve en un restaurante japonés muy bueno. Y muy lento. Me dio por dibujar en el salvamanteles.
Japonés
El aceite
Tú puedes estar en el mejor restaurante del mundo que, si te sacan un plato con aceite y un buen pan, se te va la mano y no puedes dejar de probarlo. Es así. El aceite es la sangre que corre por las venas de nuestra cultura gastronómica. ¡Toma frase!
Recuerdo la otra noche, cuando vino Sara Montiel, y contó que le hacía huevos fritos con aceite a Marlon Brando en Hollywood. «Allí los fríen con mantequilla», dijo con una mueca de asco.
Yo tengo la suerte de poder «coleccionar» aceite. Me lo traen muy a menudo los espectadores. Tengo oro líquido de todos los rincones de España. Un verdadero lujo. Incluso suelo regalarlo. Me lo traen de mi comarca, el Baix Camp en botellas de cinco litros. De un verde dorado que levantaría al Imperio Romano de sus tumbas.
Bueno, paro que me emociono. Viene mi cumpleaños y ya he dado una pista para los regalos.
Mi amigo
Ferran Adrià es mi amigo, así que le otorgo toda mi confianza en la escandalera culinaria que se ha inventado Santi Santamaría. Me parece absurdo, gratuito y sospechoso que se genere una polémica, en el momento más brillante de la cocina española.
Adrià es el maestro incuestionable, venerado en todo el mundo y respetado por los mejores. Y, además, lo lleva con naturalidad y humildad. ¿Por qué no dejan de decir tonterías y se disfruta esta época histórica? Se, perfectamente, que Ferran no cocinaría con nada que resultase perjudicial. Dudarlo es ofensivo. ¿A ver si lo de la envidia va a ser una epidemia?
Amigos
Bonita instantánea con mi amigo Nacho Vidal. El actor tiene restaurante con sus amigos y sus socios. Buena gente. Después de tantos favores como le he pedido para el programa, no podía rechazar su invitación.
Así que fui encantado. Comimos sushi, hablamos de todo y de nada y respiramos los primeros aires salados del «casi» verano. En mitad del paréntesis, apenas pude apreciar los terremotos mediáticos del empate del Barça y la pérdida del liderato o la salida fallida de Alonso en Montmeló. Pensé que a lo mejor no me interesan mucho. Como la Copa América de Vela.
Una vez retransmití un mundial desde Salou y me mareé. Me limitaba a ir explicando los resultados que me pasaba la oficina de prensa. Yo en un barquito y, a lo lejos, unos más grandes dando tumbos. No le vi la gracia, la verdad.
Me llama Pepe Rubianes desde Nairobi. Ha estado grabando una semana con Javier Sardà para Tele 5. Hasta aquí puedo leer. Pepe me mandó un sms, agradeciendo mi mención en el programa tras su absolución de todos los cargos. Conozco a Rubianes y sé que se le calienta la boca, pero que no desea nada malo para nadie. No soporta, como tantos, las falacias y el uso partidista de la historia y las identidades. Y ya está. Es otro bufón que, ahora, se sabe querido por el publico y respetado por la justicia.