Minutos antes del programa, Miguel Ríos pasó por delante de mi camerino. Yo tenía la puerta abierta como siempre. «¡Anda, una Gibson!». Entró y la tocó un poco. Está estudiando este instrumento.
Así es Miguel: no tiene edad, porque tiene curiosidad. «Es el más moderno de todos», les dije hace tiempo a mis compañeros de la banda. Esta conectado con el mundo, sigue interesado, activo, pendiente de todo. Por eso no tiene edad. Y por eso ha sacado un disco nuevo doce años después de anunciar que lo dejaba, que las giras y el trajín asociado no le llenaban del todo o le cansaban demasiado. Estoy muy contento por ello.
Hay algo luminoso y esperanzador cuando un referente sigue activo y en contacto con el público. Me sentía feliz al verle pasar el día con nosotros. Ensayando, esquivando los nervios, currando y disfrutando. «Quiero venir con la banda a hacer un tema», me dijo al marcharse. La leyenda cotidiana ha vuelto.