Pues muy bien. Una agradable rutina. Este Sant Jordi de 2008 ha sido uno de los mejores. Con mucho trabajo, eso sí. Casi no hemos podido disfrutarlo. Montamos nuestro stand de rigor en la Plaça Universitat de Barcelona y abrimos los brazos, dispuestos a recibir a todos nuestros seguidores. Este año, tocaba un ambiente de granja con mi imagen de burro por todo lo alto. Fue un desfile de buena gente, un intercambio festivo y agradable. Pasaban algunos periodistas cargados de tópicos y muchos amigos.
A estas alturas de la película, ya casi no nos importa sentirnos ignorados por el oficialismo de la fiesta. Por los medios que -de tanto vernos- ya es que pasan de nosotros. Algunos ni tan solo vinieron a la presentación del libro en Madrid y luego nos pidieron encuentros digitales. Sí claro… Tú no tienes el detalle de venir y yo voy a ir corriendo a tu website. Somos humoristas, pero no gilipollas. ¿Saben qué? La única verdad importante es la gente (que compra el libro). Lo de las listas y rankings y el márqueting rancio, para quien tenga el ego frágil.
Ahora que estamos en laSexta, estamos viendo (de vez en cuando) el dirigismo de los medios de comunicación que apoyan a los suyos (los del grupo) y pasan de los «enemigos» que ellos mismos se inventan. Hace poco un directivo me prometía que «su grupo» iba a tratarme bien si le hacía un favor. Se lo hice igual y le dije que todos los grupos son una perversión y que «mi único grupo es REM, que ha sacado nuevo disco».
Tendrían que aprender muchos del superventas Ruiz-Zafón. Le venía siguiendo a través de las entrevistas y el pasado martes pude conocerle en el programa. Un crack. Un triunfador que sabe vivir ajeno a la superficialidad del éxito y que se tira siete años después de «La sombra del viento», antes de sacar el nuevo libro. Viviendo en Los Angeles, hablando lo justo y pensando lo necesario. Le regalé un dragón hecho con café, porque me dijeron que los colecciona. Me encantó conocerle.
Después del baño de multitudes, teníamos programa. Y fue como una seda. Berto debutaba con las firmas y se confesó un poco cansado de darle a la muñeca. Pero no se notó. Y todo cuadró. Como cada noche. Como siempre. Hacer el programa te devuelve a la realidad por la vía rápida. No te da tiempo a quedarte colgado en los elogios. Hay que salir, hay que hacer reír. Este es nuestro (bendito trabajo). ¿Y los escritores? ¿Qué hacen durante todo el resto del año?