(Foto: Xavi Sobrón)
Tornem a casa
Cargar pilas
Cinco horas de coche para «cargar pilas». Viajar a Donosti para visitar a Karlos Arguiñano y comprobar, una vez más, la vitalidad de este referente. Comer, charlar y volver con un cartón de huevos, un libro de recetas y muchas ganas de seguir disfrutando de lo que mejor sabemos hacer.
Gracias amigo.
El pollo
Un pollo de goma como símbolo de la comedia. Eso no lo vimos venir. Por previsible, básico e infantil.
Pero… quizás ahí esté la explicación.
Un pollo de goma y sus ruiditos en manos de cómicos que lo han hecho casi todo durante muchos años pero que no olvidan quitarle hierro, importancia y pompa a algo tan sencillo como la risa. Sacas un pollo y la gente se ríe. ¿Quién puede resistirse a eso?
Siempre volviendo
Vuelven las entradas a este blog más antiguo que el propio internet. Vuelven porque ha vuelto mi amigo Mia, ya que sin él soy un poco lerdo digital.
No voy a poder contar todo lo sucedido en este salto temporal de meses. Ni ganas. Solo diré que he hecho una serie con Berto y que me ha tocado la lotería de los personajes. Estoy feliz con el mejor debut imaginable. Me quito las gafas y soy actor.
He vuelto, también a la tele con un programa propio en catalán, el «Vosaltres Mateixos». Más felicidad. Más juego, más humor. Un programa con la gente de la calle, un show con ellos y un equipo que me sostiene y multiplica mis posibilidades.
Sigo pintando y dibujando. Mucho. Siempre. Es mi terapia. Sigo contemplando absorto y preocupado como el mundo no ha sabido erradicar las guerras que son el fracaso más grande como sociedad. Cada muerte es una ostia en el corazón. Sigo creyendo que muchos políticos renuncian a construir y prefieren filtrar a la sociedad el odio, la intolerancia y la estupidez. Eso hace que tengamos que proteger a nuestras hijas e hijos para que no crezcan en el barrizal y tengan un futuro digno, humano, renovador y justo. No es fácil pero es nuestra obligación.
Durante todo este tiempo se ha ido Concha Velasco y algo de nuestra alegría con ella.
Pero, a pesar de todo, trato de vivir el ahora, lo bueno y luminoso del ahora: el amor de mi familia (mi casa/refugio), las risas en la radio donde sigo jugando después de una década, la complicidad con el público después de más de treinta años. Ese es el verdadero premio.
Estamos vivos.
Cuestionamos lo que no nos gusta. Combatimos los miedos con amor, cultura y humanidad y alegría. No conozco otra manera de estar en el mundo que, aunque te desespere, está esperando ser vivido.