Los contrasentidos

Jueves, 16 de agosto de 2012

Parece el nombre de un grupo de los ochenta. Un grupo gallego, por ejemplo. Un contrasentido es algo que rechina en nuestra capacidad de comprensión, algo que molesta, que incomoda. Como unos zapatos un par de tallas más pequeños. Contrasentido es no renovar a Ana Pastor con la excusa de crear un nuevo equipo a su medida, como le ha dicho el nuevo director de Informativos de TVE. ¿A su medida o a la del partido gobernante? Contrasentido y contraperiodismo. Contrasentido, como decía alguien en Twitter, es que llegue antes una nave a Marte que un avión al aeropuerto de Castellón. Genial, la observación.

Contrasentido es que suban las temperaturas hasta cotas infernales los únicos días del año en los que se nos disculpa desconectar de todo, tratar de olvidar. Claro que, en el último caso, se trata de la naturaleza, del clima, algo que no podemos gobernar. Solo lo podemos perjudicar. Al calentamiento global hay que añadir ahora el calentamiento de la gente, que está a la que salta. Lo ves en las caras, en las conversaciones, en los gestos… El otro día, un trabajador de un establecimiento de alquiler de coches le dijo a una amiga que pedía explicaciones por un aumento de la factura: «Lo que te pasa es que estás malfollada». Eso, más que un contrasentido, era un imbécil, un maleducado, ese tipo de personas que lo hacen todo peor y más difícil. Feliz verano.

«El Berenjenal» en Interviú.

Verano 2012

Domingo, 12 de agosto de 2012

Una mitad del cuerpo (de la cabeza) de vacaciones, la otra no. Una mitad me dice que con este calor no hay quien haga nada, que no hay nadie operativo de verdad en ningún sitio. «Ya si eso eso en Septiembre lo hablamos…» La otra me dice que no me he ganado las vacaciones. Soy así, qué quieren que les diga.

Por primera vez en treinta años de profesión, todavía no sé qué voy a hacer en Septiembre y, eso, me desconcierta y me preocupa. Somos de rutinas. Nos gusten o no. Somos de objetivos, de metas, de un día a día planificado al que te adaptas y sobre el que orbita tu vida. Cuando eso no existe, te desenfocas, te dispersas…

Pienso en toda esa gente que no tiene trabajo, ni expectativas. Eso todavía es peor. Pienso en el otoño jodido que se avecina, en el crudo invierno en todos los aspectos. Joder… Pienso (y no lo hago positivamente), en todos los que nos han metido en este embrollo a nosotros, al resto, que toda la vida hemos trabajado y pagado nuestros impuestos. Si pienso eso, se me pasan las ganas de ir a la playa. Si no lo pienso, también. Veo tíos en bañador, gritando en un atasco. Quizás el cuerpo se detenga por vacaciones pero la mente no.

Busco siestas reparadoras, anestesiantes, he comprado un ventilador que hace mucho ruido. Es como dormir al lado de un avión sin alas. Pongo los Juegos y la tele congela la imagen diseminándola en miles de cuadrados de colores. No va bien. (Una metáfora?). Voy a leer el último libro de Pep Bras, uno de los mejores guionistas que he conocido. La ficción, ese salvavidas…

Mitad Vacaciones

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