Siempre hay que mirar hacia arriba

Viernes, 22 de marzo de 2013

He pasado muchas horas (por cuestiones de trabajo) con una marioneta muy parecida al actual presidente del Gobierno. Tan parecida que se permite hablar en su nombre y, por lo que dice, se diría que lo conoce personalmente, ya que no podrías distinguir cuando habla el muñeco y piensa la persona y viceversa. Así las cosas, tocamos los temas más importantes y «calientes» de las últimas semanas, que no son pocos.

Marianeta salió airosa de todos ellos con esa mezcla de política y carácter gallego, tan idónea para no venir a decir nada. Cuando ya terminábamos y, con las cámaras desconectadas, le pregunté: «¿Es usted optimista?». «Sí», dijo automáticamente. «Por tres razones: la primera es que siempre quedas bien diciendo que lo eres. La segunda es que no cuesta dinero serlo, y la tercera es que, mire usted, no nos queda más remedio tal y como estamos». Y añadió: «Siempre, siempre, hay que mirar hacia arriba, hacia la luz». Horas después cayó un meteorito.

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Marianeta

No insistas

Jueves, 14 de marzo de 2013

¡Es que la gente es muy pesada! Tú sales de un museo y, de repente, te ataca una necesidad enorme de ir al baño. No puedes volver al museo. Has aguantado mucho rato, pero ya no puedes más. Se activan tus radares con el objetivo de encontrar un sitio cerca. Se te acaba el tiempo, una especie de alien te aprieta desde tu interior (bajo vientre, concretamente) y andas medio torcido. Hasta te cambia el carácter.

Por fin, encuentras un bar, te abalanzas sobre él pero cuando ya estás a punto de entrar en los servicios, este cartel actúa como un mazazo sobre tu sistema de contención de líquidos. No solo te acuerdas que su uso está reservado para clientes sino que, además, añade que «no insistas». Lo encontré en Cartagena e imaginé un continuo ir y venir de personas «necesitadas» y el hartazgo de su propietario. Pedí un agua (lo que me convirtió en cliente) y gocé del placer de vaciar todo lo que llevaba dentro. Ya más calmado, al salir, me di cuenta de que era el de señoras.

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No insista

Pendientes del móvil

Martes, 5 de marzo de 2013

Ya no sabemos vivir sin el teléfono móvil. Este artilugio con nuestro presente. Para lo bueno y para lo malo. Últimamente para lo regular, tirando a malo. Parecería que las buenas noticias están en vías de extinción. Se han ido o están escondidas, en vista del panorama. Consultamos casi compulsivamente nuestro teléfono esperando… «Ahora me van a llamar o me van a mandar un mensaje comunicándome que todo está arreglado. Podremos volver a celebrar sin remordimientos, a sonreír sin rubor, a soñar sin límites». Piensas cosas así, pero lo que te llega es una alerta (el nombre ya inquieta) diciéndote que un ministro la ha vuelto a liar o que la deuda crece, la economía se contrae… Todo muy agradable. Al final, cuando se acaba la batería, se siente un pequeño alivio. Mañana será otro día.

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Pendientes del móvil

El dibujante

Martes, 19 de febrero de 2013

Se llama Felix Zilinskas y expone en un café cualquiera. Una exposición modesta pero importante. Porque todo lo que le sale a uno de la cabeza es importante y todavía más si sabe darle cuerpo, forma, alma de tinta. Félix, además, estaba en el mismo local volcado literalmente en su pasión como un artesano. No pude evitar acercarme para saludarle. Le sorprendió un poco, cosa que nos confirma que la amabilidad escasea cada vez más. «Solo te quería felicitar». «Gracias».

Hay centenares, miles de dibujantes en todo el mundo, como él. Enamorados de los rotuladores, poetas silenciosos, críticos, ahuyentadores de fantasmas, solitarios que llaman al mundo desde sus universos personales. Hay de divertidos, de oscuros, de apocalípticos, de infantiles, de sarcásticos, de estilizados, de abruptos… Todos merecen mi admiración más sincera y los argumentos no cabrían en estas pocas líneas. Felix, antes de irse, me regaló un dibujo. ¿Quién regala algo hoy en día?

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Felix Zilinskas

El futuro

Sábado, 16 de febrero de 2013

Si hacemos caso de todas las previsiones más o menos razonables, el futuro que nos espera para 2013 y en adelante bien podría tener este aspecto. El camino que nos lleva hacia ese futuro sigue siendo de subida y zigzagueante: hoy vamos bien, mañana vamos mal, y viceversa. O sea que habrá que seguir sudando y dudando.

Parece un camino poco cuidado, apenas transitado, donde brotan malas hierbas, se nota la humedad y no se ve el final. En realidad todos los futuros se parecen porque no existen como tales, se construyen y se destruyen cada día y no tienen un final claro. Si tuvieran final, se llamarían «destino».

Según esta foto de la que estoy extrayendo las metáforas, en el futuro el tiempo será inestable. El cielo es azul pero las nubes oscuras se encargan de afear el horizonte. Habrá que ir tapados. Ya sé: los optimistas verán aire libre, todo por hacer y naturaleza. Los pesimistas, todo lo dicho antes. Conclusión: el futuro somos nosotros mismos. Con nuestras cosas buenas y nuestras cosas peores. Así es la vida. ¿No?

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El futuro

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