Ya ha empezado el «circo» de la Fórmula 1.
El circo
Adrenalina
Una buena dosis de adrenalina para empezar la semana.
La otra cara del éxito
Los triunfos pueden tener una cara oculta, una consecuencia. La gran victoria de la selección en el mundial, ha desatado una furia comercial de recuerdos. Esta muñeca (que da un poco de miedo) es una prueba de ello.
¿Balón de oro?
El nombre ya suena trasnochado. ¿Un balón de oro? Parece el capricho de un dictador africano. Lo segundo: ¿nos hacía falta entrar en esta dinámica comparativa y frustrante de a ver quién es mejor? Este premio, de peligrosa amenaza fraticida para los del Barça, es un cuento chino que la FIFA ha organizado y pautado con el culo. ¿Mejor del mundo o mejor del año? ¡Que se aclaren, hombre!
Los grandiosos, modestos, nobles y brillantes Xavi e Iniesta, no se merecían el papelón. Ni Messi, que no sabía donde ponerse. Hace mucho tiempo que pienso que los premios sacan lo peor de nosotros: vanidades, competitividad absurda, comparaciones innecesarias y un largo etcétera. Este era el año de la cantera del Barça. El año del triunfo de los currantes y artistas contra los mediáticos engominados.
Y así quedará en nuestra memoria, diga lo que diga la FIFA. Y ganar el Mundial fue una pasada. A ver si nos vamos a olvidar.
El lugar adecuado
No soy un buen periodista y lo sé. Resulta que viene el Papa de Roma a Barcelona y yo me voy a Valencia. El Pontífice consagrando la Sagrada Familia y yo viendo tenis y motos. Consagrándome a la amistad con Karlos Arguiñano que me ha hecho de maestro de ceremonias en Cheste, en mi primer gran premio. Lorenzo también se ha consagrado como el mejor del mundo. En lugar de rezar y/o recogerme, me he comido un solomillo rebozado en Chiva y una paella en el circuito. Y he reído, viajado y confirmado que Valencia es diferente la mires por donde la mires.
La amistad es la mejor de las religiones.