Eterno Rubianes

Lunes, 16 de abril de 2018

Pepe Rubianes sigue siendo uno de los personajes más queridos y recordados de Catalunya. No importa que, desgraciadamente, nos dejará hace unos años. El cariño sigue ahí. Se acumula, duele su ausencia.

El pasado domingo tuvimos el honor de asistir a la inauguración de su calle en la Barceloneta. Un «pedazo de calle, nene» que diría él. El Rubianes descreído y sardónico al que todo «se la pelaba», aunque no fuera cierto del todo. También era sentimental, cariñoso y con un alma de bufón pegada a la calle, la oreja siempre puesta en el sentido común y la verdad de la gente que él amplificaba a su manera, con sus maneras.

Hizo del exabrupto (siempre merecido por sus destinatarios) un arte. Hizo poesía surrealista, viajó como un loco, se inventó vidas y lo contó desde los escenarios para deleite de las masas. Las masas buenas. Las críticas y libres que no tragan con el sistema. El se encargaba de desenmascararlo función a función. Era un género en si mismo. Ese Pepe paseante urbano, estaría encantado con su calle. Porque se la merece. Así lo sentíamos todos durante el acto. Uno de los más bonitos y a la vez tristes que me ha tocado vivir. Al lado del mar. Con un sol que nos derretía, como si el propio Rubianes dijera «ya os traigo yo la primavera, mamones. Que no sabéis hacer nada sin mi». Y tendría razón…

Risto: reír es la única salida

Lunes, 12 de junio de 2017

«El humor sirve porque si viéramos la verdad saltaríamos de una roca. Es pensar que cada día se puede ser mejor pero nunca se llega a estar bien» Jonas Jonasson

Lo primero que quiero aclarar es que yo no estoy en guerra con nadie. Lo digo porque algunos medios, ávidos de refriega, titulaban así. Una guerra se produce cuando dos se quieren pelear y aniquilar. Al menos por mi parte, no tengo la mínima intención.

Lo primero que pensé al leer tu artículo es que se trataba de una broma. Eso debe de ser deformación profesional. Como soy cómico (casi veinticuatro horas al día) creo que todo el mundo está siempre de cachondeo cosa que, por cierto, sería fantástica aunque utópica. Pensé que no podía ir en serio que una persona tan lista como tú, tan conocedora de los medios, sus claves, sus repercusiones, tan inmersa en ellos y que lleva tanto tiempo navegando bajo los focos, se apuntara también a limitar el humor. No puede ser y seguramente no sea así.

Te cuento cómo va mi cabeza de payaso (hasta donde yo sé): yo me río de TODO. A veces lo digo y lo hago, otras no. La gente de la calle es «peor» que yo, benditos sean. Los chats de «wasap» serían la radiografía del humor español. Descarnado, inmisericorde, negro a veces, rápido y afilado. Y en ese país, con esa gente, estoy yo y eso es lo que he mamado. Trabajo para ellos y para mí. Los de mi equipo y de mi productora son también así. Bendiciones para ellos, parafraseando a Sandro Rey. Mi combate permanente consiste en estar siempre a la altura de eso. Mi archienemigo: lo blanco. Por intrascendente, por neutro, por «olvidable». El día que sienta que pierdo ese combate, que me he acomodado, que respeto demasiado, será el momento de dejarlo. Vendrán otros cómicos con menos escrúpulos, como debe de ser. Como dice mi amigo Xavi, hacemos humor hasta de lo que respetamos. Ahí está nuestra naturaleza. Es algo bipolar, lo sé, pero es así. En la calle, los bares, las oficinas y los chats, se hace mucha broma con tu boda y vuestra diferencia de edad. Y conmigo también. De mis idas y venidas o de lo que sea. De eso no se salva ni Dios. Entenderlo es relajarte y, al menos yo, no siempre lo consigo. Te invito a que revises tus niveles de autoparodia. Siempre son bajos, al menos los míos. Si me llegara, me pegaría una patada en mis propios huevos para activarme.

Veo que has enfocado tus quejas hacia lo emocional y personal, hacia el triunfo del amor y nuestros prejuicios. Incluso añades unas cuantas citas de personas en tu misma o parecida situación. No puedo estar de acuerdo, porque yo no hacía bromas sobre ellas, no las conozco. Hacía broma con lo tuyo. Hacía broma sobre ese señor con gafas llegado de la publicidad que irrumpió como un ciclón en la tele, siempre enfadado y con malos modos. El señor que luego aclaró sus gafas, derivó hacia la autoayuda negándola, luego pasó a entrevistador y ahora regenta un programa sobre el amor (o no). Es decir: EL PERSONAJE. Nada personal, como los negocios.

Pensé (y sigo haciéndolo) que al hacernos partícipes de tu bonita historia de amor por tierra, mar y aire (de la que me alegro), estarías preparado para la ironía, la burla, la chanza, la parodia y todo eso. La parodia no cuestiona nada, se queda en la superficie, las formas. El fondo es íntimo, nada que decir.

Si en algún momento te has sentido mal, te pido disculpas pero no puedo parar. No sabría como hacerlo, dejaría de ser yo, de ser nosotros. Después de casi treinta años en esto, sé que el humor es como el respirar, la única salida. Me equivoco unas tres veces al día (incluyendo la jornada laboral) pero sigo adicto a esto, a pasear por el alambre de lo correcto y caerme a veces, soy un yonqui de la risa acompañado por un maravilloso grupo que disfruta de la provisional y mágico de todo esto. Y así seguiremos.

Te diré más: te invito a que vengas a mi programa (como ya hice cuando sacaste el video de «Mía») para reírnos juntos. En aquella ocasión no pudiste, pero mi sofá sigue a tu disposición y al de tu esposa. Ojalá, en tu próxima visita se cumpla lo que tu mismo dijiste la última vez que coincidimos en un plató: «lo más maravilloso que hay en la vida es que alguien te haga cambiar de opinión». Seré yo, Señor?

The comedy

Hablar de lo nuestro (para empezar)

Miércoles, 3 de mayo de 2017

En El Terrat ha nacido «Bailén 20». Un espacio cien por cien digital. No es ningún encargo, ni se emitirá en ningún medio tradicional como hacemos desde hace tantos años. «Bailén 20» —presentado por nuestro nuevo director Agustí Esteve— es nuestra modesta aportación personal al mundo de los contenidos siempre que tengamos ganas de contar algo, motivos para hacerlo y tiempo para grabarlo.

Para empezar, hablamos de la comedia, de vivir de esto. Desafiamos a Groucho Marx que solía decir: «no hay nada más aburrido que hablar del humor». No sé si lo conseguimos, pero fue una buena oportunidad para agradecer el hecho de que podamos dedicarnos a algo que nos apasiona. Pusimos en común nuestras ideas, pasamos un buen rato entre compañeros y valió la pena. No sé como evolucionará este espacio pero, sin ponernos trascendentes ni pesados, quizás «Bailén 20» pueda llegar a ser algo así como una trastienda televisada de nuestro oficio, en todas sus vertientes.

El programa se realiza en nuestra nueva sede, donde un montón de gente trabaja cada día para seguir adelante con nuestro sueño. Como el primer día. Con la experiencia de todo lo vivido y ese motor infinito que es la curiosidad y el placer de seguir fabricando comedia.

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