Manolo García no tiene prisa

Miércoles, 10 de diciembre de 2014

Cada visita de Manolo García al programa resulta estimulante. Así lo siento yo. Ya me quedan pocos ídolos, la verdad, pero Manolo sigue ahí, en ese podio de los buenos artistas con los que da gusto coincidir, charlar, aprender algo si es posible. Quedan pocos y buenos. Tiene nuevo disco, Todo es ahora, y viejas costumbres. Una de ellas es no sucumbir ante la imperante necesidad de la prisa, de los resultados, de ese correr siempre dentro de la industria del espectáculo. Manolo no quiere, no cede y no lo necesita. Entre disco y disco pueden pasar dos o tres años. Solo con pensarlo ya me salen canas. Antes de entrar en directo, me contaba que quiere disfrutar cada paso, no «apelotonarse», no tener la sensación de que todo le quema. «Ahora la promoción, luego las Navidades y ya veremos más adelante si hay gira». «¿Pero tú no puedes estar sin actuar, no?», le dije. Sonrió, pero matizó: «Hombre, me gusta mucho, pero todo a su tiempo». Mientras me contaba esto, una compañera del programa me apremiaba: «Andreu, dos minutos y entramos. Tendrías que ir pasando…». Siempre me quedan dos minutos para algo. Los de la tele llevamos la velocidad en la sangre, surfeamos la inmediatez, lo explosivo, lo caliente. Y mañana otra vez y luego otra vez. Y así mientras tienes salud y ganas. Lo bueno es que tengas las dos cosas. Es nuestro oficio y nos gusta, pero un servidor, que es muy influenciable, o todo lo que veo me meo, sintió una cierta envidia sana ante el Manolo sereno de ahora y de siempre. Me alegro por él y ya vuelvo a tener ganas de verlo en directo. Cuando quiera, sin prisas… pero que no tarde.

¿Y si se casan PP y PSOE?
Cospedal ha dejado caer que a lo mejor estaría bien que se unieran PP y PSOE después de las próximas elecciones para garantizar la estabilidad democrática. Lo de la gobernabilidad y esas mandangas abstractas e indemostrables que cada vez salen más a la palestra. Alucino un poco con el anuncio de Cospedal y solo puedo achacarlo al miedo (por no decir pánico) que ya sienten los dos grandes partidos ante el auge imparable de Podemos. Así lo comenté en el monólogo de esa noche y, por supuesto, ya me cayeron algunas collejas en las redes. Algo se mueve. Algo pica. Eso sí: Pdro Snchz (el líder que perdía las vocales) salió rápidamente al paso para aclarar que no, que ellos no pactan con nadie, que el PP es el partido de la corrupción. Siempre se ve la corrupción el ojo ajeno. Es como el mal olor corporal: los que lo desprenden son los últimos en enterarse. Deriva, mucha deriva. Inseguridad, flaqueza, falta de recursos… Eso es lo que transmiten. Todo es muy raro y hasta muy poco profesional. ¿De verdad que la estrategia electoral de los dos grandes va a ser sembrar el pánico por si gana Podemos? ¿No hay argumentos alternativos, sólidos y de fair play democrático? ¿No va a haber datos fiables, contrastados y serios para que podamos valorar los electores? Nos jugamos el futuro, no es por nada. Sembrar miedo provoca rabia, reacción, acción militante de todos aquellos que se están creyendo que el vuelco político en España es posible. Y esto no ha hecho más que empezar.

La gente se desnuda en televisión
Pero se desnuda de verdad. No me refiero a la trampa periodística de «fulanito se desnuda en esta entrevista y… lo cuenta todo». Cuando yo era adolescente, siempre me lo creía y picaba. Me podían las ganas. No, no. Ahora hay un programa donde la gente va directamente en pelotas. Ni rastro de erotismo, ni insinuación, ni una mera fantasía. A saco. En bolas. Y no solo eso: también acuden al plató así. Contra eso no podemos luchar, aunque yo nunca he entendido la televisión como una lucha o una guerra. Bueno, ya me entienden… Miré a mis compañeros, los imaginé desnudos y rápidamente me lo saqué de la cabeza. Cada uno debe ser consciente de sus limitaciones.

«Memorias en diferido» en Interviú

Dimitió una ministra y no se acabó el mundo

Viernes, 5 de diciembre de 2014

Me quedo más tranquilo, la verdad. La ministra Ana Mato, a la que no se recordará por nada bueno, dimitió o la hicieron dimitir. Y no pasó nada, no se acabó el mundo, ni los cielos se tiñeron de tinieblas, ni los mares se desbordaron. Resulta importante destacarlo porque en este país, donde la dimisión es una excepción, podría alimentarse esa teoría apocalíptica. La marcha de Mato es otro efecto del tsunami de la corrupción. Ahora, el arzobispo de Granada podría optar por el mismo camino, aunque nunca limpiaría la penosa imagen que está dando la Iglesia una vez más. Aunque para eso igual haría falta un milagro y ahí ya me pierdo.

Los futbolistas millonarios casi siempre se acaban marchando
Es bien sabido que nos mentimos a nosotros mismos muy a menudo. Es una manera como otra de seguir adelante, no creo que sea malo así en general. Nos mentimos, eludiendo lo obvio, lo gris y hasta lo normal y -lo que es mejor- nos lo creemos. ¡Somos unos cracks! Nos engañamos, por ejemplo, cuando nos creemos que la estrella millonaria y planetaria que juega en nuestro equipo nunca nos abandonará porque «está muy a gusto aquí». El último episodio en este sentido lo ha protagonizado Lionel Messi. Cada vez que viaja a Argentina suelta alguna señal de su descontento, una pequeña pulla, un atisbo de próxima fuga. Cuando está en España, no suelta prenda ni da entrevistas (otros dan la cara por él) y, claro, las especulaciones se disparan. Se llenan horas de radio y televisión, cientos de páginas de periódicos… Hasta que hace dos partidazos, bate récords goleadores (como fue el caso) y todo vuelve a una festiva normalidad. No es cierto. Todo sigue como siempre: las estrellas son infieles por naturaleza. Porque son su propia marca millonaria, gallinas de huevos de oro que miden y calculan todos sus pasos a la caza de la mejor cotización. Son seres inalcanzables rodeados de asesores y familiares que viven de ellos, dedicados a ganar el máximo de dinero posible. A veces tropiezan con el fisco y se sienten muy ofendidos. Solo los detiene su biografía. Cuando tienen más de treinta, empiezan su cuenta atrás y se acaba el póker. Así pues, mientras puedan, siempre buscarán la mejor opción, su siguiente paso, renegociarán hasta la saciedad su contrato (una auténtica pesadilla para los clubes que ya les pagan cifras astronómicas) y nunca, nunca, darán por zanjado este tema. Está en su ADN. Ya se puede arremangar el Barça -otra vez- para contentar a Messi. Es el mejor jugador del mundo, el que más goles marca y va a marear la perdiz hasta límites estratosféricos. Al tiempo…

IVA cultural: otra oportunidad perdida
El Gobierno del PP sigue despreciando a la cultura. La manera de demostrarlo es negándose, otra vez, a bajar el impuesto que ha machacado a esta industria, el impuesto más elevado de toda Europa. Una tasa vengativa a pesar de que se ha demostrado su inutilidad técnica, su poca eficacia real: hay menos trabajo y se cotiza menos, por lo que no salen los números por ningún sitio. Todo es un despropósito en este tema. Los actores sufren, los espectadores se alejan, los teatros se las ven y se las desean para seguir adelante, la cultura sigue con la cabeza en el charco y al Gobierno no le da la gana de levantar el pie del cuello. El porno, en cambio, goza de un 4 por ciento de IVA. Propongo que todos nos pongamos a producir e interpretar porno como si no hubiera un mañana. Inundemos de cuerpos desnudos y lúbricos todos los soportes posibles. Adaptemos los clásicos al porno. Hagámoslo en los teatros. Provoquemos una burbuja de lo erótico. Una huelga a la japonesa pero en el porno. Igual así, por saturación escandalosa y fuera de toda lógica, encontremos la manera de que no se olviden de nosotros y se den cuenta del desaguisado.

Mariano Rajoy puede convertir a todo el mundo en independentista

Viernes, 21 de noviembre de 2014

Es un habilidad que tiene el presidente español y, ¡ojo!, más allá de la broma podría ser aprovechada para solucionar el conflicto. Me voy a explicar. El pasado 9 de noviembre más de dos millones de catalanes participaron en la consulta sobre el derecho a decidir. Una verdadera demostración de fuerza de la sociedad catalana. Todo transcurrió sin incidentes. Bien. Tres días después, Mariano compareció ante los medios y calificó de «fracaso» todo lo sucedido. Si se convocara otra consulta ahora mismo, yo creo que acudirían cerca de cuatro millones. Si Mariano hablara a continuación, es casi seguro que la cifra volvería a subir. Queda demostrado a todas luces, pues, que Rajoy es una «máquina de fabricar independentistas» de proporciones colosales, y eso queda demostrado cada vez que abre la boca. El plan sería que el presidente se instalara en Cataluña unas dos semanas y que, acompañado de su equipo de brillantes asesores estrategas, fuera valorando cada día la progresión soberanista entre la ciudadanía. En esas dos semanas, hasta los menos convencidos o contrarios de la independencia acabarían por claudicar, consiguiendo que TODA la población catalana estuviera por coger el portante y largarse. No haría falta ni un referéndum, ni una reforma de la Constitución, ni un pacto fiscal, ni nada de todo eso que, según parece, es más difícil que poner un hombre en la Luna. Rajoy, él solito, lo conseguiría. Artur Mas podría irse esas dos semanas de vacaciones, cosa que a buen seguro agradecería ese hombre que lleva el peso de la gravedad de la historia sobre sus espaldas. Fin del problema, fin de la cita.

Podría retirarme. Ya he cantado con Serrat
No lo voy a hacer porque los bancos no me dejarían, pero podría retirarme después de haber cantado con Joan Manuel Serrat una canción para su nuevo trabajo, Antología desordenada. Todavía recuerdo el día en el que me llamó. Me lo dijo como si tal cosa y le pregunté si se acordaba de que yo era un cómico o lo intentaba. «Claro, hombre, claro». Lo siguiente fue decírselo a todo el mundo y, después, quedar con un amigo músico para ensayar el tema Per qué la gent s'avorreix tant? (¿Por qué la gente se aburre tanto?). No estudiaba tanto desde que iba al colegio. En realidad estudié más que cuando iba al colegio, a la vista está mi informe académico. (No lo revisen, por favor). Luego quedamos para grabar el tema y la verdad es que lo gocé, lo disfruté e hice todo lo que pude para que la canción no quedara marcada para siempre. «Se trata -le dije- de que puedas cantarla en el futuro, Joan. Que no matemos la canción». Risas, asesoramiento tranquilo ante el micrófono y una buena comida posterior. Puedo decir que a mí ya me ha tocado la lotería. Como a todos los amigos que participan en el disco, como a todos los millones de seguidores del artista-referente que a estas alturas del partido sigue de titular, en forma, más inquieto que nunca, más currante que nunca. «Yo nunca hago vacaciones, nen», me aclaró una vez. No puede, no quiere. Le gusta demasiado lo que hace. Necesita cantar, viajar, hablar, cenar, quedar con sus amigos, andar la vida de arriba abajo, esquivando al símbolo que es su sombra, sintiendo el ciudadano Serrat que siempre ha sido. Hablamos del momento catalán. Pide altura política (como todos) para desempatar, pero lo dice desde una tranquilidad que evita el conflicto, que elude la bilis. Ahí le sale el sabio que lleva dentro, el hombre que no olvida lo malo pero que valora y subraya lo bueno. El Joan que siempre te pregunta por tus hijos, el Serrat normal y sin épica.

«Memorias en diferido» en Interviú

A veces, las palabras se gastan

Viernes, 17 de octubre de 2014

Tengo la sensación de que, a veces, la palabras se gastan con el uso. Con el mal uso, quizá sería más exacto. Hace poco estuve como invitado en un evento de jóvenes emprendedores. Buena gente. Personas con toda la vida y toda las ganas del mundo por delante. Se organizan, usan las redes para trazar la alianzas y sacar adelante sus proyectos. Me llamaron para hablar de mi experiencia personal en el mundo de las empresas. Entonces pensé que lo mejor sería ser muy sincero, nada convencional y lo menos épico posible. Una actitud que no cotiza demasiado en este mundillo, donde se prodigan los iluminados, los hombres y mujeres hechos a sí mismos (otro concepto gastado) y los powerpoints motivacionales y muy edulcorados. Les dije, solo para empezar, que la palabra emprendedor me parece gastada, que habría que inventar otra o quizá no inventar nada y volver al clásico «buscarse la vida», como ha sido siempre. El lenguaje se gasta cuando se cierne sobre él la sombra de la manipulación interesada. Nuestro sistema actual es muy hábil para esas cosas. Cuando los políticos se llenan la boca con lo de los jóvenes emprendedores, algo huele mal. «Lo primero que tendrían que hacer es no penalizar y coser a impuestos lo de crear una empresa en este país. Este es uno de los sitios más caros para hacerlo». (Aquí hubo aplausos, la espina está clavada y duele). Les seguí hablando de mi realidad, de los miles de jóvenes como ellos que han tenido que irse del país porque esto es un páramo, de lo farragoso y desagradecido que supone, la mayoría de veces, seguir en pie, buscar oportunidades e intentar ganar algo digno. Y más ahora. Puestos hablar de la maldita crisis actual, les pregunté qué habían aprendido y cómo iban a aplicarlo. «El mundo que conocíamos y sufríamos se está desmoronando. Vosotros vais a construir el nuevo y sería bueno que nos pudiéramos sentir más orgullosos. Que las empresas tuvieran una conciencia ética digna, compatible con su ambición. Que la codicia no lo justificara todo y que la justicia social no fuera una rareza en vuestros idearios». No me tiraron el cubata a la cabeza, por lo que deduzco que no sentó mal.

Esteso se emociona cuando habla de teatro
Fernando Esteso ha sido uno de los mejores invitados que nos ha visitado últimamente. Venía para hablar de «Torrente 5», la película que no necesita promoción. El actor estuvo cariñoso, simpático, lúcido y se puso al público en el bolsillo. Al acabar, lo felicité sinceramente y puedo decirles que eso no es algo que haga habitualmente. El cómico, que lo fue todo en su momento, habla del pasado y se le ilumina la cara. En un momento dado, se refirió a una obra de teatro, «La extraña pareja», que hizo con Pajares en 1985. «Mira, se me pone la piel de gallina». Miré su brazo y era verdad, se le erizaba la piel. Reparé sobre eso con el público. Sobre cómo un hombre de 69 años se emociona recordando el teatro, la experiencia escénica de darlo todo ante los espectadores. Un arte, el teatro, que tenemos frito a IVA, siempre bajo la sospecha, el menosprecio y la interesada devaluación de los gobiernos. Mira, me salió así.

El virus de la desinformación
Está costando encontrar una información centrada y veraz sobre el ébola y su repercusión en España. Lo de la «pandemia» está sacando lo peor de la prensa, con portadas vergonzosas, especiales alarmistas o versiones culpabilizadoras que dan un poco de asco. Los responsables políticos tampoco se quedan atrás. Ni las medidas de precaución, ni las comparecencias oficiales o algunos debates ciudadanos. Hablábamos con los compañeros de cómo incorporar todo eso a la comedia y decidimos que, de momento, no había manera. «Hacemos un programa de humor», nos repetimos como un mantra. «Bendito humor», añado yo. Y muy necesario.

«Memorias en diferido» en Interviú

Que dice Hawking que Dios no existe

Viernes, 10 de octubre de 2014

Te quedas más tranquilo o menos (eso depende de cada uno), cuando te enteras de que el eminente Stephen Hawking dice que «no hay ningún Dios». Luego aclara: «soy ateo». Silencio. Reflexión. Más silencio. Estamos hablando de uno de los hombres más listos de la historia. Podría ser que el científico, harto de buscar explicaciones y luego darlas, cansado de tanta expectativa, haya decidido ser más directo y tajante. Como diciendo: «No me lo volváis a preguntar más, que sois muy pesados con el tema. Si queréis creer porque os relaja u os justifica o sencillamente os da un sentido a toda esta locura de la vida, allá vosotros. Pero existir, lo que se dice existir, como que no». Yo soy de los pesados. Propongo un cara a cara entre el propio Hawking y el Papa de Roma. Un duelo en la cumbre y en terreno neutral. En Murcia, por ejemplo. Razón y ciencia versus fe y espíritu. Un combate dialéctico e intelectual sin precedentes, retransmitido por todos los medios del mundo a la vez. Limpio, sin golpes bajos. Mirando a la cara. Lo podría moderar Ana Pastor.

Las bodas son caras
Y las de las estrellas de Hollywood aún más. Yo creo que les viene por contrato, están obligados. Todavía no se ha dado el caso que una celebrity haga el convite en un bar de carretera, en una hamburguesería, en un merendero. Eso sería aniquilar el glamour (que nunca he sabido exactamente qué demonios es). Clooney, como no podía ser de otra manera, se ha gastado una fortuna en su fiesta. Diez millones de euros ha costado el bodorrio en Venecia, según se ha publicado. Poco me parece. A la vista del dispendio, se avecinan anuncios de café durante varios años más. Ya lo verás. Por cierto: ya podrían cambiar la foto del galán en las tiendas de las cápsulas. En ella aparece Clooney cuando rodaba «Urgencias». El tío es un crack y las mujeres se derriten, pero también va cumpliendo años. A ver si solo cumplimos los demás. Ustedes pensarán: «Andreu siente envidia». Han acertado. ¿Quién no?

Lo de Cataluña va para largo
Leo, escucho y observo todo lo que genera el denominado «pulso catalán». Todo lo que puedo. A veces me saturo porque soy humano. También alucino con el enfoque -dependiendo de donde  te llegue el cheque a final de mes- de todas las noticias y análisis. Creo que  hay que vivir en Cataluña para deducir (sin ser muy listo), que esto solo ha hecho que empezar. Puede pensarse que con las resoluciones exprés de los tribunales la gente se va enfriar. Al contrario. Cuanto más se prohíba, más subirá la temperatura. Cuanto menos se hable, más se protestará. Cuanto menos se decida, más se pedirá. Esto es un cóctel de política, sentimientos, frustraciones históricas, cabreos y anhelos.  Los que ciñen el tema a una locura del presidente Artur Mas no han entendido nada.

Pelearse funciona
He cambiado de tema. Ahora voy con Pimpinela, el dúo que ha hecho de la pelea conyugal un género en sí mismo. Llevan treinta años así, como algunos matrimonios. Joaquín y Lucía empezaron por casualidad. (En realidad, TODO empieza por casualidad, ¿no?). El caso es que la madre de ambos le pidió al chico que hiciera algo con su hermana cuando lo veía cantar con su guitarra. El muchacho hizo caso a la madre (un caso raro) y se inventaron los diálogos cantados, la puya con música de fondo, la pelea en el que siempre gana ella. Funcionó. Y ahí siguen. Pasaron por el programa. Berto y un servidor les hicimos un dudoso pero resultón homenaje. Luego durante la charla, les propuse una suerte de cierre a su carrera cuando llegue el caso: «Pimpinela lo dejan. Se pusieron de acuerdo». Les gustó. Me quedé más tranquilo.

«Memorias en diferido» en Interviú

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