No utilizarás el concepto «nazi» en vano

Viernes, 21 de diciembre de 2012

Este debería ser un mandamiento grabado a fuego en todas nuestras mentes e incluso me atrevería a decir que también en nuestras almas. El horror nazi es lo peor que ha perpetrado la condición humana. Una pesadilla sin parangón que arrastraremos en nuestra conciencia hasta el fin de los tiempos porque, como ya se ha dicho hasta la saciedad, no hay que olvidarlo ni un día para que no vuelva a repetirse. Por eso, me producen asco e irritación todos aquellos que utilizan el concepto nazi para aplicarlo a la situación actual. Eso es de una ligereza ofensiva, de una temeridad irresponsable que debería hacerles caer la cara de vergüenza.

Cuando el ex alcalde de La Coruña y ex embajador Paco Vázquez comparó a los niños que hablan castellano en Cataluña con los judíos perseguidos por los asesinos nazis, pensé que no nos merecemos esa maléfica equiparación. El mero hecho de plantearla debería ser un delito. Esa sí es una ley que podría aplicarse, en lugar de marear y recular con la legislación vigente, según planea Gallardón. Son muchos los que se llevan el nazismo a la boca sin pensarlo dos veces. Diarios (eso dicen ellos) incluidos. Por ahí, no. Por ahí sí que no. Debatamos hasta hartarnos. Discutamos encarnizadamente. Discrepemos hasta el divorcio si hace falta. Pero, por favor, dejemos las puertas del infierno nazi bien cerradas. Por respeto a la memoria de los que murieron. Hasta seis millones. ¿No es mucho pedir, no?

«El Berenjenal» en Interviú.

Puente sobre aguas turbulentas

Viernes, 14 de diciembre de 2012

Este artículo lleva banda sonora: «Bridge over troubled water» (Simon and Garfunkel). No puedo entender que todavía andemos con lo de los «puentes» en el calendario. Cada vez que lo comento me miran con cierto odio. Como pensando: «Ya habló el insensible, la gente merece descansar y él solo piensa en trabajar». Los que piensan en trabajar son los casi seis millones de parados. No piensan, no. Sueñan. Lo siento, pero es superior a mí. Creo que no podemos descansar hasta que todo este marrón en el que estamos instalados dé una cierta muestra de recuperación. Y no hablo de brotes verdes tramposos, ni de índices manipulados de crecimiento, ni de  trabajar más y cobrar menos como dejó sentenciado el listo de Díaz Ferrán.

Soy un sufridor nato. Siempre lo fui. Tengo una empresa, como miles, que intenta subir río arriba como los salmones contra la corriente fría y enfurecida de una realidad encabronada. A veces pienso que nos fallará el músculo para saltar y saltar contra esa corriente obstinada. Pero al día siguiente me animo, y vuelta a empezar. Salmones somos todos y sobre ese río revuelto instalamos puentes para descansar. Perdonen, pero no me encaja. Y luego vendrá la Navidad y el convencimiento general de que «a partir del 20 de diciembre, olvídate. Ya será hasta después de Reyes…».  O sea, hasta mediados de enero. Cuando oigo eso, aprieto mis aletas y pienso: «Venga, tira, tira».  Y así acabará este año, mayas aparte. ¡Buf!

«El Berenjenal» en Interviú.

Tener una hija

Jueves, 6 de diciembre de 2012

Tener una hija, ver llegar una nueva vida, debe ser lo más cercano al futuro que una persona puede vivir. Llega un nuevo ser, una nueva biografía con todo por escribir. Vivirás con ella, pero la mayoría de las cosas no las podrás vivir porque van a ser cosa suya, así que lo que tienes en tus manos después del nacimiento es una parte del futuro.

Me han sorprendido un montón de cosas en estas horas intensas y dulces, pero quizá lo más destacable sean las toneladas de cariño que atrae un recién nacido. Una lluvia de amor y de sonrisas. ¡Con la falta que hacen! Nunca en mi vida había recibido tantos mensajes, abrazos, besos, tantos regalos, buenos deseos y bondad en general. ¡Increíble! Me han llamado viejos enemigos, antiguos amigos, serios, cenizos, vitalistas, escépticos, optimistas, pesimistas… Todos. Es como si la gente se olvidara de ellos mismos y se pusiera al servicio del milagro. Una fuerza superior les obliga agradablemente. Por unos días, han desaparecido los problemas y ha ganado la vida. La vida pura, ingenua, positiva…

Me gustaría que todos los días fueran así y que nuestra hija Joana y todos los recién llegados solo estuvieran rodeados de energía positiva. Estoy convencido de que la crisis pasará, sus culpables desaparecerán y la bondad seguirá aunque el día a día intente ahogarla. La vida es más fuerte que los problemas. Los nuevos, como Joana, no lo tendrán fácil, pero… ¿quién lo ha tenido alguna vez?

«El Berenjenal» en Interviú.

¿Franco ha muerto?

Jueves, 29 de noviembre de 2012

El dictador Francisco Franco no debería tener una fundación a su nombre. Debería tener una fundición, un gran horno (simbólico) de hierro candente donde tirar todos nuestros recuerdos y sufrimientos pasados para que desaparecieran. Y que lo hicieran para siempre. ¿Quién quiere recordar a un dictador? No me cabe en la cabeza.

Ahora «celebran» su ciento veinte aniversario, y hacemos muy bien manifestando que nos da vergüenza ajena y propia. Todas las vergüenzas. Y ya no hablemos sobre las posibles ayudas oficiales a la dichosa fundación. Más vergüenza.
Para algunos Franco fue un General, para otros (yo diría que la mayoría), un golpista que se apoltronó incomprensiblemente sobre una montaña de miedo e ignorancia. Bien acompañado, por supuesto, de los listos de siempre que aguantaron el palio. La simple rememoración de aquella época provoca picores y mala hostia. De Franco me llegó lo peor: su herencia. Larga y oscura como la sombra de un cuervo. El legado de cuarenta años maquillados de prosperidad, cuando en realidad eran una posguerra sostenida, represora, lluvia fina de las que calan hasta los huesos. Hasta el alma.

Una vez le pregunté a mi padre (un niño de la guerra y del hambre): «¿Por qué aguantasteis tanto?». Me miró y casi ni habló. Acaso un «no podíamos hacer otra cosa, hijo». La impotencia. Eso es lo que consiguió el tipo: imponer la impotencia y pegar un frenazo a la historia de España que se alarga y se alarga en el tiempo. ¿Y ahora quieren celebrar eso? ¡Venga, hombre!

PD: Ahora leo que Tejero quiere denunciar a Artur Mas por secesionista. ¿No te digo? La sombra…

«El Berenjenal» en Interviú.

Elecciones catalanas

Martes, 20 de noviembre de 2012

No sé si los políticos catalanes son conscientes del enorme capital emocional e histórico que los ciudadanos han puesto esta vez en sus manos. Supongo que sí y estaría bien que así fuera, porque tiene pinta de ser la última vez. El millón y medio de personas que salieron a la calle el pasado 11 de septiembre no dejaba lugar a dudas. Salió la gente, sin partidos, y ahora son estos los que deben estructurar, debatir, negociar y vehicular todas las aspiraciones. Ellos y solo ellos. Los que escogerá la gente que va a ir a votar.

En Cataluña no se vota a José Bono, por ejemplo, así que sus opiniones (temerarias, inapropiadas y basadas en el desconocimiento, aunque le pese) son mero folclore, ruido de fondo que no aporta nada. Quizá solo un poco de confusión, por lo que: muchas gracias, señor Bono. (Modo irónico). Todos los Bonos de España deberían ser conscientes de que el tablero, esta vez, es Cataluña. Y que aquí no somos ni tontos, ni suicidas, ni monstruos de otro planeta. Y en ese tablero juegan todos los partidos y a todos hay que respetarlos. ¡Faltaría más! Desde el mesiánico Artur Mas con los brazos extendidos, hasta el partido más pequeño y radical. Ahí está Pere Navarro, del PSC, en ese plano tan cerrado mirando a cámara. Quizá no abran más el objetivo porque entonces se vería que el partido está patas arriba. O Alicia, la popular, tratando de encaramarse a la segunda posición en el Parlamento, repitiendo esa confusa doctrina rajoísta. O Esquerra con su «somos nosotros los que empezamos a hablar de independencia»…

La democracia era esto, ¿no? ¡Que hablen, hombre! Yo quiero una Cataluña donde todo el mundo pueda expresar lo que sienta, donde yo pueda hacer comedia de ello. Y todo sin ningún miedo, y después… habrá que actuar en consecuencia. Repito: la gente no es tonta y sabrá escoger lo que mejor nos convenga en este momento. Ahora que parece que el destino lo dictan Merkel, China u Obama, hay una pequeña aldea gala que quiere decidir su futuro. ¿Dónde está el problema? Los problemas, como dicen los libros de autoayuda, son en realidad oportunidades.

«El Berenjenal» en Interviú.

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