…concentrarse en una sola cara, en uno de los tres. Hay tantos motivos para mirarlos por separado que la suma de los tres en la misma foto puede provocar estrabismo.
Resulta imposible
Probando, probando…
La proximidad del programa nos acerca al fascinante mundo de las pruebas, los ensayos y todo eso que haces para que lo que haces luego quede bien. Estos días, es fácil ver por El Terrat o por el nuevo decorado, gente con planos, muestras de tejidos, cintas métricas, filtros de luz, botes de pintura, clavos, hablando por un intercomunicador o con una bolsa de plástico en la cabeza.
Berto estaba de esta guisa cuando me lo encontré. Según él, estaban tomándole medidas de la cabeza para el departamento de maquillaje. (Supongo que las medidas del año pasado no valen, puesto que a lo mejor ha aumentado su «cubicaje»). Yo también pasaré por ese trance y acabaré con todas las existencias de plástico de Barcelona. Todo sea por el espectáculo. ¡A probar que el tiempo se acaba!
Por Nacho
Se trataba de apoyar a Nacho y la lucha de sus padres por una solución para sus problemas de riñón. Nos convocó Santi Millán y allí que nos fuimos. Sin pensarlo. No podemos ayudar a todas las causas, que más quisiéramos, pero cuando lo hacemos nos sentimos muy bien. Cuando la popularidad sirve para algo, te sientes mejor. Todo sea por Nacho. Si os interesa conocer más y echar un cable, buscad en ASDENT. Muchas gracias.
El crack de Sacha Baron Cohen
Hay que ser un crack para colarte en la alfombra roja disfrazado de dictador (promocionando tu nueva peli, claro) y tirarle las cenizas de Kim Jong-Il al reportero de televisión que te entrevista. Una hazaña al alcance de muy pocos cómicos que, aprovechando una rendija del sistema, pone en entredicho la pompa promocional de este evento.
Los Oscar consiguen que los odies y los ames al mismo tiempo. Es algo increíble. La crítica más repetida horas después es que no han sorprendido, que son previsibles e incluso aburridos.
¿Pero como van a sorprender? Los Oscar son el escaparate, la punta de lanza de la inmensa industria de este sector en Estados Unidos. A pesar de que pasen horas bajas de creatividad (como ha señalado un siempre acertado George Clooney), mueven muchísimo dinero y muchos intereses. En ningún caso van a permitir que la gala sea transgresora, se reinvente o provoque. Jamás.
Esta pensada para que hablemos de los vestidos (vaya aburrimiento) de los artistas, está perfectamente calculada para la televisión (de ahí la prisa sostenida, la brevedad de las intervenciones, el ritmo), y por encima de todo, debe generarte más ganas de ir al cine. Ya está. Estos son los Oscar.
Esta frustración permanente es un poco absurda ya que estamos esperando algo que nunca pasará. Solo hay que conocer un poco a los norteamericanos para ver como blindan los formatos que van bien, desnaturalizándonos si hace falta.
Hace poco vi el mítico «Saturday Night Live» y me aburrí como ostra. Una decepción. Era una sucesión de gags entre corte y corte de publicidad. ¡Qué lejos quedan los setenta con Belusi, por ejemplo! Un tipo genial que se encerraba en su camerino y decía que no salía cuando el programa es en directo. Luego salía, claro, y lo bordaba. Genialidad, incorrección, provocación…
Todo eso se ha ido diluyendo con el tiempo. Se ha ido amaestrando. Y los Oscar son la sublimación del amaestramiento. Por eso aluciné con Sacha Baron Cohen aunque solo fuera como pegarle una patada a un dinosaurio.
Las mujeres al poder (del humor)
«Las noticias de las 2«, es la historia de un sueño hecho realidad. Ya hace tiempo que Eva Merseguer y Silvia Abril lo perseguían. Hablaban y se emocionaban con ello. Luego vino Cuatro y se interesó por Silvia. Ella les contó el proyecto y EL TERRAT se puso al lado y armó el barco. Un barco donde toda la tripulación es femenina. O casi toda. Nos faltaba alguien con título de patrona y ahí entró la Morgade. Esa mujer guapa, sarcástica, de inquietante sonrisa y velocidad endiablada.
¡Hay que estar en esas reuniones para creerlo! Muchas mujeres listas. Solo había un hombre capaz de entrar en ese avispero y se llama David Fernández. Sí, sí, ¡Chikilicuatre! Y otro más: Iñigo Espinosa, un cómico que siempre habla por teléfono.
Este programa es diferente porque es un programa deseado, sudado, defendido y disfrutado. No es un encargo. Se merece que le vaya bien. Bien no, muy bien.