Cine dentro del cine

Martes, 29 de enero de 2013

Voy al cine a ver una peli («Bestias del sur salvaje». Una maravilla). Antes de la peli, sale un anuncio de los Premis Gaudí y aparezco yo. ¡¡¡Glups!!! Un impacto. Miró a mi alrededor pero nadie me conoce en la sala. Salgo en un cine pero no hago propiamente cine. ¿O sí? Verte en pantalla grande te enpequeñece un poco más.

Este miércoles empiezan los ensayos y el objetivo es conseguir una gala interesante, divertida y emocionante. Es un honor para El Terrat que nos lo hayan encargado y nos hemos rodeado de mucho talento para conseguirlo. Por eso me enrollé en una alfombra y me tiraron por unas escaleras. Es cine. Un poco de cine. ¿Pasó de verdad?

En el cine

Por Nacho

Lunes, 26 de marzo de 2012

Se trataba de apoyar a Nacho y la lucha de sus padres por una solución para sus problemas de riñón. Nos convocó Santi Millán y allí que nos fuimos. Sin pensarlo. No podemos ayudar a todas las causas, que más quisiéramos, pero cuando lo hacemos nos sentimos muy bien. Cuando la popularidad sirve para algo, te sientes mejor. Todo sea por Nacho. Si os interesa conocer más y echar un cable, buscad en ASDENT. Muchas gracias.

El Periódico

El crack de Sacha Baron Cohen

Martes, 28 de febrero de 2012

Hay que ser un crack para colarte en la alfombra roja disfrazado de dictador (promocionando tu nueva peli, claro) y tirarle las cenizas de Kim Jong-Il al reportero de televisión que te entrevista. Una hazaña al alcance de muy pocos cómicos que, aprovechando una rendija del sistema, pone en entredicho la pompa promocional de este evento.

Los Oscar consiguen que los odies y los ames al mismo tiempo. Es algo increíble. La crítica más repetida horas después es que no han sorprendido, que son previsibles e incluso aburridos.

¿Pero como van a sorprender? Los Oscar son el escaparate, la punta de lanza de la inmensa industria de este sector en Estados Unidos. A pesar de que pasen horas bajas de creatividad (como ha señalado un siempre acertado George Clooney), mueven muchísimo dinero y muchos intereses. En ningún caso van a permitir que la gala sea transgresora, se reinvente o provoque. Jamás.

Esta pensada para que hablemos de los vestidos (vaya aburrimiento) de los artistas, está perfectamente calculada para la televisión (de ahí la prisa sostenida, la brevedad de las intervenciones, el ritmo), y por encima de todo, debe generarte más ganas de ir al cine. Ya está. Estos son los Oscar.

Esta frustración permanente es un poco absurda ya que estamos esperando algo que nunca pasará. Solo hay que conocer un poco a los norteamericanos para ver como blindan los formatos que van bien, desnaturalizándonos si hace falta.

Hace poco vi el mítico «Saturday Night Live» y me aburrí como ostra. Una decepción. Era una sucesión de gags entre corte y corte de publicidad. ¡Qué lejos quedan los setenta con Belusi, por ejemplo! Un tipo genial que se encerraba en su camerino y decía que no salía cuando el programa es en directo. Luego salía, claro, y lo bordaba. Genialidad, incorrección, provocación…

Todo eso se ha ido diluyendo con el tiempo. Se ha ido amaestrando. Y los Oscar son la sublimación del amaestramiento. Por eso aluciné con Sacha Baron Cohen aunque solo fuera como pegarle una patada a un dinosaurio.

El sueño y la realidad

Lunes, 21 de noviembre de 2011

El sueño y la realidad

Hoy, el día en que por fin se hace realidad la gala para Yamuna en el Teatro Victoria de Barcelona, me acuerdo de una frase que leí. Decía algo así como «la mejor manera de predecir el futuro, es protagonizarlo».

Me gusta porque invita a la acción. «Si no haces nada te desintegras», como dijo Eduard Punset. La inacción, el pesimismo, ese pensamiento derrotista de «¿y qué puedo hacer yo si todo está tan mal? No servirá de nada», es del todo inapropiado o no conduce a ningún sitio. Todos estamos cabreados por las contrariedades que esta enrarecida sociedad nos sirve un día sí y otro también. ¿Vamos a quedarnos quietos?

Cuando estuve en Madgascar el pasado marzo para conocer de cerca el trabajo de Yamuna y el sueño de una escuela que poco a poco se hacía realidad, pensé que debía dar un paso más. No es nada heróico, ni épico. Es de sentido común. Pensé: «con la de galas benéficas en las que he participado ¿por qué no abandero yo una por una buena causa?». Y prendí la mecha. Como ya he contado, la respuesta fue impresionante y el equipo que ha trabajado desinteresadamente merece todo mi respeto y todo mi cariño. El sueño se hace realidad, el futuro se protagoniza.

Como es normal, los niños de Madasgacar ni se imaginan nuestras cábalas, nuestras dudas, pudores o lo que sea. Ellos viven felices, reciben el apoyo de Yamuna y te regalan sus sonrisas cuando les visitas. Sin ellos saberlo, su normalidad, su simpatía es el motor de toda la maquinaria que se pondrá en marcha esta noche. Porque queremos protagonizar nuestro futuro y también el suyo.

Muchas gracias a todos. Nos vemos hoy.

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