Se ha puesto duro esto de la tele ¿eh? Hay que pelear cada minuto, cada broma, cada invitado, cada risa. Es un combate contigo mismo, contra el sueño que impone su ley en la madrugada, contra el aburrimiento. Hugo Silva se presentó a este combate de mentirijillas que a lo mejor simboliza muchas cosas, como igual no. Yo que sé. Nadie sabe nada. Cada día hay programa. Otro asalto. Y no vale tirar la toalla.
Esto de la tele
Humor y tristeza
A menudo me preguntan si se puede hacer humor de todo, si hay algún límite. Suelo decir que, aparte de tu sentido común (eso, el que lo tenga), que te va guiando, sí hay un límite: ese límite es el dolor. El dolor, la pena, la tristeza… Grises sinónimos para un territorio estéril donde no hay broma que valga, donde no brota la sonrisa, donde no es de recibo plantear un solo chiste. Es cierto que luego está la famosa fórmula de 'tragedia tiempo = comedia'; pero cuando estás jodido, el tiempo pasa muy lentamente y la perspectiva no existe, todavía no la has vivido.
Pensaba en todo esto al conocer las últimas cifras del paro y ese maldito récord de los seis millones. ¿Dónde está la gracia? España es ahora un país triste. Cabreado, sí, pero también triste. De ceños fruncidos, pocas celebraciones y mucha mar de fondo. Así las cosas, ¿dónde nos colocamos los humoristas? Les confieso que a veces se te pasan las ganas. Ves el patio y piensas: «¿Pero cómo voy a mirar hacia otro lado? ¿Adónde voy con el surrealismo cachondo o el costumbrismo y las experiencias personales?». Piensas cosas así y luego te animas tú solo o te anima alguien inesperado. De alguna manera, es la misma gente la que te manda un chispazo.
Leí en Twitter un mensaje dirigido a mí: «Creo que ahora en España la única forma de contar lo que pasa es a través de los programas de humor». Cuando leo eso, me vengo otra vez arriba y pienso que ese debe ser el nuevo (o renovado) sentido de nuestro trabajo. (Ojo. Que cada uno haga lo que quiera. Yo no soy nadie para dar consejos). Lo que yo pienso es que ahora más que nunca debemos buscar la sátira entre las costuras de esta desagradable realidad. Convertirnos en válvula de escape de esta gran olla a presión. Humor casi terapéutico que no puede ni quiere olvidar lo que está pasando. Al revés. Humor con los pies en el suelo de la realidad por negativa que sea. Hay que pensar así y disfrutar de una risa útil, higiénica, renovadora, de la calle%u2026 Hay que hacerlo aunque haya seis millones de motivos para no salir de casa.
«El Berenjenal» en Interviú.
El Wyoming
Una vez besé a Wyoming en los labios y ante toda España. No sentí nada. No es mi tipo de hombre. Bueno, en realidad, ningún hombre es mi tipo de hombre en ese aspecto. Es lo que tiene ser heterosexual. Otra cosa, muy diferente, es el atractivo profesional, el magnetismo. En ese sentido, estoy rendidamente enamorado del hombre de la nariz imposible a lo Buñuel.
Hace unos días, pasé (literalmente) por «El intermedio». Ellos anunciaban que yo pasaría, y llegado el momento, extendieron una alfombra y, en efecto, pasé. Pasé de largo. No engañamos a nadie. Al día siguiente charlamos un rato. Todo eso vino a raíz de una petición que yo le hice antes: le invité a un documental que estoy rodando hace meses sobre el sentido y los efectos de la comedia. Ya les pegaré el rollo sobre eso…
Lo que hoy quería subrayar es el inmenso y decisivo papel que está jugando el programa «El intermedio» en estos delicados momentos. Ha tenido que ser un espacio originariamente pensado para la risa el que se haya convertido en el verdadero informativo que suelta verdades como puños y saca los colores de la enloquecida clase política. «El intermedio» tiene un equipazo, que capitanea Maikol Sánchez-Romero, el corazón del guión. Porque sin guión, sin preparación, sin trabajo, sin una tesis que hay que regar cada día, no tienes nada.
Hacía tiempo que no pisaba un plató y fue un gustazo hacerlo en el mejor de todos, el más conectado a la realidad, el más arriesgado. Wyoming lo mejora todo y él lo sabe y lo agradece. Creo que incluso sabe que su papel ahora es más necesario que nunca. Es bueno comprobar que lleva esa enorme responsabilidad con frescura a pesar del peso. Por eso lleva tirantes.
«El Berenjenal» en Interviú.
Escenografía
La quieres pensar y no te sale. Desde que vi este invernadero abandonado, pensé que sería un buen decorado. Cuando decidimos hacer «El Presidente da la cara», sabía perfectamente donde grabaríamos. Lo de siempre: la realidad siempre supera la ficción. Y si las mezclas y las agitas… sale una marioneta.
Una buena tarde
¡Pues que buena tarde echamos en Radio Barcelona con Serrat y Sabina! Rosa Badia que dirige y presenta «Tot és comèdia», me invitó a participar, a dar una sorpresa a los dos pájaros que han vuelto a juntarse.
Protagonizaron un programa especial que se emitió el sábado. ¿Qué iba a decir? Pues dije que «por supuesto» y allí que me planté para escuchar a los veteranos más gamberros y queridos del panorama musical.
Siempre he pensado que su amistad y complicidad es un regalo para todos. Es una suerte que los dos tíos más queridos de la canción se caigan bien, se piquen, se quieran y salgan de gira con disco nuevo.
Pueden (y van) por separado arrasando, pero ahora han descubierto que sumando se lo pasan cojonudamente. Son de esas conjunciones que valoraremos dentro de muchos años.
Me limité a decir dos tonterías y luego me quedé para aprender de su sabiduría y de su sorna.
Cuando hablan los buenos, lo que tienes que hacer es callar, relajarte y escuchar.