La independencia

Miércoles, 12 de septiembre de 2012

Para algunos, la palabra Independencia provoca escalofríos. Para otros, se trata de la expresión de un sentimiento, de un anhelo, de un legítimo deseo. ¿Quién tiene la autoridad moral de demonizar un sentimiento? La Diada de Cataluña, este 11 de septiembre, venía caliente. Nunca como ahora (que yo recuerde en los últimos años), se había detectado un auge tan importante de las ansias independentistas en Cataluña. Estamos hablando de amas de casa, de electricistas, de conductores de autobús, de gente común con bastantes dedos de frente. Ya no hablamos de radicales o de extremistas (que los hay y en todas partes). Se equivocarán los que ridiculicen, menosprecien o estigmaticen a los independentistas, desde la visión monolítica e intocable del Estado español. Los Estados, como la vida, están en constante transformación, se adaptan, responden y reaccionan a las circunstancias, las crisis, las faltas de expectativas, los desequilibrios… A todo. Todo afecta.

Una sociedad la forman TODOS y hay que escuchar y respetar a todos. Hay que dialogar, escuchar, pactar, ser más listos que los problemas, avanzarse a ellos y RESPETAR. Si no se actúa así, no tenemos nada. Bueno, sí: tenemos un montón de gente distanciada abismalmente, separada como continentes, reprimida e intolerante. Habría que transformar las amenazas en oportunidades para el diálogo, para sumar más que para distanciarnos. Yo no tengo una idea clara sobre la independencia de Cataluña. No me gustan las fronteras. Eso no quita que respete a todo el mundo y a sus ideas y exijo que sea mutuo. Si yo fuera presidente de España, me tomaría el tema muy en serio (sería mi trabajo no en vano) y no tiraría de argumentos metafísicos en una época crudamente pragmática y con miles de catalanes en la calle. Gente que no quiere enfrentarse a nadie, según han dicho. Solo quieren reafirmarse en su identidad. Y eso es tan íntimo y personal como los sueños.

«La independència«

Será el calor…

Jueves, 6 de septiembre de 2012

Va a ser eso: el calor. Las temperaturas extremas a las que nos ha sometido el verano tienen que ser la explicación a una serie de cosas que me ha parecido escuchar, ver o leer en los medios. Mi cerebro (ya de por sí un poco deteriorado, no nos engañemos) ha alcanzado temperaturas cercanas al punto de ebullición con lo que, claro, estoy «distorsionado» o hervido o frito o todo a la vez.

He escuchado a la ministra portavoz del Gobierno decir que el aumento de los nacionalismos locales en España perjudica nuestra imagen en el exterior y nos aleja de los inversores. Claro, claro… va a ser eso.
He leído que los alemanes del Bayern han pagado cuarenta millones de euros por un jugador de fútbol. Y mientras tanto, la Merkel se hace la rancia con nosotros y no nos perdona ni la calderilla.
He visto a Rajoy con Hollande (¿aceite y vinagre?) asegurando que en el 2013 no subirá ni el IVA ni el IRPF. ¡Y lo ha dicho sin que se le escapara la risa, eh!
Y lo más importante: parece que estudiarán restaurar el Ecce Homo de Cecilia en Borja… Conservando el original y el restaurado. ¡Los dos! ¿Pero cómo van a hacer eso? ¿Va a ser como quitar el papel de una magdalena o qué? Buf. ¡Qué sofoco! Y va el Rey y le pega la bronca a su chófer. Normal.%u2028Eso es el calor…

«El Berenjenal» en Interviú.

Estocada a la cultura

Jueves, 30 de agosto de 2012

Cuando no te tomas en serio la cultura, o la ves como una amenaza, o sencillamente no te interesa que la gente sea más culta, más lista, más crítica y abandone el aborregamiento, puedes tomar medidas como las del aumento del IVA. El aumento sin precedentes es una estocada en toda regla al mundo del espectáculo. El cine español, tocado desde hace tiempo, quizás no se recupere. El teatro, un nido de entusiastas, sufridores y apasionados del oficio, está que alucina. «¿Cómo vamos a subir las entradas en la situación actual?», se repiten como un mantra todos los afectados. ¿Qué pasará? Que no se podrán subir y, como ya sugirió un lumbreras del Gobierno, habrá que asumir y absorber la subida, ganar menos y, en muchos casos, abortar infinidad de proyectos y de producciones.

Si a eso le sumas que hay un montón de ayuntamientos que no pagan, ya tienes otro sector canino y con los pelos de punta. Un sector que será un reflejo de la sociedad: no habrá clase media. Solo quedarán megaproducciones. La infantería de la cultura (actores, técnicos, productores, managers, pintores, escritores de ventas modestas, artistas noveles…) todos a sufrir. No vale la excusa de que «en tiempos de crisis, antes un hospital que una exposición». Eso es demagógico e interesado. No hay que llegar ahí, porque es evidente y palmario. El cortoplacismo nos impide proyectarnos unos cuantos años más adelante. Habremos superado la crisis (estafa) sí, pero seremos unos tontos a las tres. Y todos nos tememos que al Gobierno eso no le molesta.

«El Berenjenal» en Interviú.

¡Que viene el IVA!

Jueves, 23 de agosto de 2012

Disfrutemos (como podamos o sepamos) de los últimos días de agosto, que en septiembre viene el coco. El IVA aumentado es el nuevo coco y esta vez no se trata de una amenaza para que los niños se acaben la comida del plato. Esta vez es un sablazo con todas las de la ley, una bofetada en la mejilla (ya dolorida) de la economía doméstica. No he escuchado a nadie que hable bien de la medida. ¡Nadie! Por lo que parece, bajará el consumo y se potenciará la economía sumergida, pero como se trata de contentar a nuestros acreedores alemanes y demostrarles que nuestra moral católica nos permite flagelarnos sin tregua, pues eso. ¡A por el IVA! «¡Dame más, más… oh, síííííí».

Resulta esclarecedor estar atentos, estos días, a las ofertas de todo tipo. «Pague ahora, antes de la subida». Como cuando anuncian que viene un huracán y la gente clava tablones en las puertas y ventanas para resistir el envite. Yo voy a comprar los regalos de Navidad esta semana para ahorrarme el IVA. Los niños, eso sí, van a recibir juguetes veraniegos. No pasa nada, ya se acostumbrarán. Me dejo para la semana que viene el daño específico que la subida de marras va a infligir a la cultura. Otra pesadilla.

«El Berenjenal» en Interviú.

Los contrasentidos

Jueves, 16 de agosto de 2012

Parece el nombre de un grupo de los ochenta. Un grupo gallego, por ejemplo. Un contrasentido es algo que rechina en nuestra capacidad de comprensión, algo que molesta, que incomoda. Como unos zapatos un par de tallas más pequeños. Contrasentido es no renovar a Ana Pastor con la excusa de crear un nuevo equipo a su medida, como le ha dicho el nuevo director de Informativos de TVE. ¿A su medida o a la del partido gobernante? Contrasentido y contraperiodismo. Contrasentido, como decía alguien en Twitter, es que llegue antes una nave a Marte que un avión al aeropuerto de Castellón. Genial, la observación.

Contrasentido es que suban las temperaturas hasta cotas infernales los únicos días del año en los que se nos disculpa desconectar de todo, tratar de olvidar. Claro que, en el último caso, se trata de la naturaleza, del clima, algo que no podemos gobernar. Solo lo podemos perjudicar. Al calentamiento global hay que añadir ahora el calentamiento de la gente, que está a la que salta. Lo ves en las caras, en las conversaciones, en los gestos… El otro día, un trabajador de un establecimiento de alquiler de coches le dijo a una amiga que pedía explicaciones por un aumento de la factura: «Lo que te pasa es que estás malfollada». Eso, más que un contrasentido, era un imbécil, un maleducado, ese tipo de personas que lo hacen todo peor y más difícil. Feliz verano.

«El Berenjenal» en Interviú.

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